Famiglia Cristiana y Spadaro han perdido la fe y la cabeza

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La portada de Famiglia Cristiana, un tweet del padre Spadaro: ataques violentos en nombre de la acogida a los inmigrantes. Es una verdadera histeria, alimentada por una concepción del cristianismo que es únicamente horizontal: la salvación eterna ha cedido el sitio a la solución de los problemas terrenales.

bergoglio-y-antonio-spadaroFamiglia Cristiana, padre Antonio Spadaro (director de la revista La Civiltà Cattolica): la histeria “inmigracionista” parece difícil de controlar y, en consecuencia, produce monstruos. La portada del último número de Famiglia Cristiana es emblemática y está destinada a crear escándalo a propósito: «Una mano que se alza -explica la propia revista de los Paulinos-, hacia el rostro de un desconcertado ministro del Interior. Debajo, el título: “Vade Retro, Salvini”». «No hay nada de personal o ideológico -se aclara después en el sumario tras haber enumerado el “pelotón de ejecución” (la Cei -Conferencia episcopal italiana-, cada obispo, las iniciativas de religiosos), se trata del Evangelio».

Ya, pero ¿de qué Evangelio estamos hablando? Es la misma pregunta que surge al leer el tweet que el padre Spadaro publicó ayer por la mañana, en controversia con la propuesta de la Lega de obligar a poner crucifijos en todos los edificios públicos: «La cruz es signo de protesta contra el pecado, la violencia, la injusticia y la muerte», afirma rabioso el padre Spadaro. ¿Jesús dejó que le crucificaran como “protesta” contra el pecado y la muerte? Si así fuera, Jesús sería una especie de Gandhi llevado al extremo. Tal vez no sea casualidad que, desde hace un tiempo, en ámbito católico se haga referencia a menudo al principio de la “no violencia”, citando a Gandhi a gogó.

Sigue Spadaro: la cruz «nunca es un signo de identidad». Su odio contra los “leghistas” y contra Salvini debe ser tan grande que el director de La Civiltà Cattolica claramente ha perdido los papeles. Si fuera como dice el padre Spadaro, por coherencia no habría que poner las cruces tampoco en el exterior de las iglesias. Sin embargo, en el pasado, La Civiltà Cattolica pensaba de manera distinta; en 2004 incluso defendía que «el crucifijo forma parte de la identidad del pueblo italiano y es parte integrante de su patrimonio cultural» (editorial del Quaderno n. 3695). Y en junio de 2010 argumentaba contra el Tribunal de Estrasburgo que, en nombre de la laicidad del Estado y el respeto a las religiones, pretendía eliminar los crucifijos de las escuelas. Otros tiempos, otros directores…

Pero volvamos a Familia Cristiana. Dejemos de lado la habitual y vergonzosa mistificación de una Italia divida entre quien quiere salvar vidas y quien quiere arrojar a las personas al mar. En multitud de ocasiones hemos explicado los verdaderos términos de la cuestión; una de las últimas fue hace unos días, en referencia al comunicado de la Conferencia episcopal italiana (clicar aquí). Lo que en cambio vale la pena resaltar es, precisamente, la concepción de cristianismo del que susodicha portada es expresión.

Se puede criticar de manera legítima a un líder político por el uso desenvuelto que hace de los símbolos religiosos, pero es desconcertante que un semanal católico instrumentalice el Evangelio para “demonizar” a una persona. Es una visión totalmente horizontal de la fe: el Evangelio, la misión de Jesús, pierden todo significado transcendente. El anuncio ya no es Dios que viene a salvarnos del pecado, sino que es Dios que viene a resolver los problemas del mundo que, además, son reducidos a un único problema: la inmigración. Y, así, se analiza también el mal, humanizándolo todo: el demonio es identificado con una persona mala, con quien es contrario a las puertas abiertas para todos; el exorcismo (mano alzada contra el demonio) se reduce a condenar a una persona, en lugar de ser un proceso que libera a la persona del mal con la fuerza de la Gracia de Dios.

El “caso Famiglia Cristiana” no es un episodio aislado: es la tendencia dominante actualmente en la Iglesia, en la que el testimonio se reduce a obras de asistencia (asistencia, no caridad) a los pobres e inmigrantes. Hasta el punto que, en este clima de verdadera histeria, hay quien pide la excomunión para quien no esté de acuerdo con la política de “todos adentro”. Se da valor de absoluto, no sólo a los valores, sino también a las consecuencias de los valores, a lo que la Iglesia ha siempre considerado opinable: porque no hay una única solución política posible en nombre de la solidaridad y del “cuidar de las personas”.

Entonces, lo que sucede, es que quienes actúan en nombre de la tolerancia y de la acogida se convierten en intolerantes y violentos contra quienes no comparten sus planteamientos. Es un cristianismo que, contrariamente a las declaraciones, en lugar de liberar se convierte en oprimente, es un cristianismo que tiene sabor a socialismo real.


El semanario Famiglia Cristiana de ediciones paulina promueve el marxismo cultural,  la invasión  musulmana y la construcción de mezquitas en territorio italiano, practicas de la Nueva Era como el Yoga, etc.

El semanario ha recibido varias criticas como por ejemplo dedicó una de sus portadas  Simone Cristicchi que tiene canciones la canción blasfema sacerdotes contra la Eucaristía.

Otras portadas «críticas» han sido las dedicadas a personajes divorciados o cohabitantes como Michelle Hunziker o Fabrizio Frizzi.

En el 2005 publicaron a una mujer desnuda.

En el 2010 fue censurada por el Vaticano donde se reiteró  que la posición del semanario no es la posición oficial de la Santa Sede .

Director: Modernista Antonio Rizzolo
Condirector: Luciano Regolo
Redattore capo: Roberto Parmeggiani

 

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