El activista homosexual James Martin SJ ha anunciado en Twitter.com que Francisco le ha nombrado para otro mandato de cinco años como consultor del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano.
“Me siento honrado por el nombramiento y disfruto mucho trabajando con el Dicasterio”, escribió el homosexualista. El nombramiento fue firmado el 21 de marzo por [el cardenal] Parolin, pero Martin recibió instrucciones de no hacer pública la noticia hasta después del 25 de agosto.
Sacadas del libro «San Vicente Ferrer. Sermones sobre el Anticristo y el fin de los tiempos», de San Vicente Ferrer (Autor), Olivera Ravasi, Javier (Traductor). Puede obtenerse en Amazon.
Juan Suárez Falcó
NOTA INTRODUCTORIA
Querido lector: a continuación podrá leer en texto literal, con algunos breves comentarios míos que he hecho resaltar en color rojo, algunas profecías realizadas por el gran santo valenciano San Vicente Ferrer, uno de los mayores taumaturgos de la historia de la Iglesia. Son tan claras que poco margen conceden a la imaginación: habla de un falso profeta que será un príncipe de la Iglesia y hecho pasar por papa (Bergoglio), al que San Vicente Ferrer llama vano papa y Anticristo y le atribuye apariencia de santidad, mientras el papa verdadero permanece en la Iglesia siéndolo realmente aunque abandonado por la inmensa mayoría de creyentes por cobardía y respetos humanos (BXVI).
Quien quiera entender, que entienda…
Sin más dilación:
“…es necesario saber que han de venir dos Anticristos, uno después de otro, antes que venga la destrucción por el fuego del fin del mundo. De los cuales uno ha de ser oculto y vendrá primero (el falso profeta, bestia de la tierra o Anticristo de la religión), y el otro después que será puro (el Anticristo político o bestia del mar). El Anticristo oculto vendrá bajo de especie de santidad, el cual ha de tener la vida cristiana por fuera y en su corazón será arraigado el espíritu maligno, el cual inspirará en él que haga muchas maldades en la Iglesia bajo capa de bien. Éste no querrá consejo de nadie, sino más bien, todo aquello que le pareciere ejecutará, sea malo o sea bueno, por la instigación y consejo del diablo. Engañará a muchos Príncipes y poderosos con su santidad fingida y mala, en tal manera que los llevará a grandes yerros y escándalos. Hará torcer en la ley a muchos varones doctos y sabios, porque el diablo trabajará para que cumpla sus pensamientos, dándole a entender que le viene de parte de Dios; muchos hombres famosos en santidad serán engañados por el diablo, por medio del Anticristo oculto.
De todo esto el mismo texto de la Biblia lo declara, pero a partir de esta declaración yo aprovecho a expresar lo siguiente: Nabucodonosor se entiende por el Anticristo oculto, el cual se encontrará en la dignidad papal tan grande(mente), que ninguno fue desde el principio, ni será después hasta el fin del mundo, y será el último en dicha dignidad. No digo yo que será hecho papa (no será papa en realidad sino un usurpador del papado), sino, ídolo levantado contra el Papa verdadero. Esta será la cuarta bestia que saldrá del mar. Y cuando veáis todo lo dicho, muriendo este Anticristo oculto, vendrá el Anticristo puro, o perverso, del cual se habla en dicho capítulo según abajo diremos, y en esta parte se manifestará un misterio.
Nabucodonosor se interpreta puesto en angustia conocida, pues él angustiará al mundo, atribulando los corazones con este dolor, y será conocido que Dios le matará de mala muerte con su dolor. Entonces serán conocidas sus malas obras por todo el mundo, y muy aclarada su gran maldad de corazón, y corrompida su santidad muy simulada. Pero digo aún que se intitula profetizante la señal de este mundo porque el mundo mismo profetizará su fin; y ¿cuál será esta señal? Ciertamente que no puede decirse que fue la del sol en tiempos del gran Josué, cuando volvió tres líneas a Oriente[13], esto sólo fue señal de la victoria contra los Amalecitas. Tampoco podemos decir que fue esta señal, cuando en el tiempo del Rey Ezequías volvió tres horas atrás del reloj del tiempo. Aún el diluvio no fue señal del fin del mundo porque entonces fueron guardados en el arca de Noé hombres y mujeres para multiplicar el mundo. Ni muchas otras señales que se han mostrado en los planetas, no fueron señal del fin del mundo, sino de alguna provincia, príncipe, o reino; o por destrucción, o perdición; por muerte o vida; o por victoria o vanidad.
Pues ¿cuál será la señal del fin del mundo? Ciertamente la serpiente, porque el ángel Lucifer tomó su forma, dejando la señal de la imagen propia, cuando corrompió a nuestra naturaleza humana, así corporal como espiritual; y entonces tuvo su fin: porque si Adán no hubiera pecado, el hombre sería eterno y no hubiese sido expulsado del paraíso poseído, de tal modo que la serpiente fue señal para el hombre, y aún para el mundo. Y aún más, pues la serpiente fue el ídolo, porque nuestros padres Adán y Eva le adoraron cuando le creyeron, haciendo la voluntad del demonio (que estaba dentro de ella), y dejaron a su creador y fueron idólatras. Por ende se interpreta a Nabucodonosor como señal profetizante de este mundo con su ídolo, el cual fue figura del Anticristo oculto. Pues se levantará un príncipe, según ya he dicho [14], el cual hará un ídolo, el último en la Iglesia de Dios; muerto aquél (el Anticristo oculto) no se levantará otro hasta el fin del mundo en dignidad papal. Y este príncipe (aquí, Cardenal, se entiende, príncipe de la Iglesia) será el Anticristo oculto; y la señal será que, el ídolo que él hiciere, traerá por armas una serpiente que tendrá en la boca la señal del mundo. Sin embargo, no serán sus armas como las de la serpiente, que de Lucifer no fue arma suya, sino la imagen de la Trinidad, la cual perdió por su gran soberbia, por querer ser igual a Dios en el cielo.
Así este Príncipe mundano como las armas traerá (una) serpiente, y así digo, la cual nos mostrará el fin del mundo y la destrucción de la naturaleza humana, porque en aquella figura engañó el diablo al mundo. Pues el dicho Príncipe hará un ídolo, según está dicho, y éste será un papa malo contra Dios, según hizo Nabucodonosor, y pondrá a aquél en medio del campo de la provincia de Babilonia, que quiere decir confusión, como no habrá otra en todo el mundo. Éste llegará a todos los filósofos, astrólogos, príncipes, etc., para que proclamen a dicho papa, es decir, para que publiquen sus actos, según que mandó Nabucodonosor hacer de su estatua. Y cuando ya fuere publicado por toda la Iglesia, entonces mandará que se le adore al son de los ruidos y pregoneros, es, a saber, que lo acepten bajo pena de muerte. Por ende la cristiandad le adorará, algunos de grado, algunos por fuerza, salvo los tres fieles Sidrac, Misac y Abdénago, que quiere decir, algunos pocos escogidos.
Y en esta parte nacen dos cuestiones. La primera que algunos dicen que esto ya se ha cumplido en aquel ídolo que fue hecho en Pisa[15]: porque a aquél adoraron los de la cristiandad, sacando los tres, Sidrac, que es el reino de Castilla, que son hermosos hombres. Misach, que se entiende por el reino de Escocia, porque estos son varones alegres de cara y Abdénago, que se toma por el reino de Aragón, que son callados, no alegres de cara, antes parecen gente airadas como quien tiene la maldad en el cuerpo, y no la osan manifestar, sino que, con tristeza, callan. Los cuales tres reinos no adoraron el ídolo hecho en Pisa. Y cuanto a esto digo que se cumplió la profecía, porque entonces no les fue puesta pena de muerte a los que no adoraron, como hizo por Nabucodonosor. Y estas señales fueron por el Anticristo puro.
La segunda cuestión es que, muchos piensan que aquella figura se cumplirá en el Anticristo puro, el cual se hará adorar a sí mismo como a Dios. A esto digo, que no se entiende de tal manera, porque el Anticristo puro no tendrá factores, ni electores, que sean hombres como el ídolo de Nabucodonosor, sino por instigación diabólica se hará adorar como a Dios; y este será tan terrible en gesto y aspecto que viendo aquel, y oyendo su fama, todos los príncipes del mundo le darán obediencia, y le estarán sometidos, porque cuando éste se dé a publicidad en este mundo, no habrá otro monarca mayor; y Dios permitirá, por los pecados del pueblo, que tenga poderío sobre todos los reyes del mundo que existan entonces. Pero no se entiende esto del Anticristo puro, porque así como el ídolo de Nabucodonosor fue hecho por otro, y tuvo electores, así este ídolo último antes del Anticristo, ha de tener hacedor, que será el príncipe dicho arriba y sus electores que llegan al campo de Babilonia, que es el de la confusión (la que ha traído consigo Bergoglio). Porque Dios incitará al príncipe y a la serpiente, y quedará el mundo por algunos años confundido y avergonzado, más incluso que lo que hizo aquel otro con los pisanos[16], los cuales anduvieron en la confusión de aquéllos que le habían elevado.
Este ídolo será en alto de sesenta codos, es decir, tantos como el anterior. Obispos que lo elevarán al papado por la fuerza o de grado, y aún por algunos otros ignorantes, que serán recibidos por la santidad fingida del dicho Anticristo oculto. Aún el ídolo dicho será en ancho de siete codos, que quiere decir, siete poderosos príncipes que le darán la obediencia (la Mafia de Saint Gallo) siendo señores en toda la iglesia. Estos estarán en su lugar contra el Papa verdadero (BXVI). Y si no fuese de esta manera, no se publicaría la pena de muerte a los que no le quisiesen obedecer, porque donde hay verdadero Papa, la fe, y la cristiandad, todo es uno, por ende la pena no es necesaria. Sin embargo, contra este ídolo malo (un papa falso) habrá otro Santo Padre verdadero (BXVI), en el cual creerán los cristianos. Para engañar y apartar a todos los Cristianos de este verdadero Papa, le harán tres engaños, engaños, los cuales todos traerán pena de muerte cuando no quieran dar la obediencia al mal contrario. El primer engaño, será por dentro en el corazón. El segundo, será en el cuerpo. Y el otro a la vida y a las cosas temporales. Serán apartados todos los corazones del verdadero papa. Esto será por temor. Segundo los cuerpos, por espanto y gran terror. Tercero, por los bienes temporales, pero no gozarán muchos de ellos. Estos han de ser eclesiásticos, que serán despojados después de sus beneficios, según que diré más adelante. Pues al cabo quedarán de la cristiandad muy pocos que no adoren el dicho ídolo por las muchas persecuciones y tormentos que serán dados por los seis príncipes, y uno será Nabucodonosor, puesto en la silla, y los otros ejecutarán primero en la Iglesia contra los obispos, segundo contra los religiosos y sacerdotes, y al cabo contra los legos que son Sidrac, Misac y Abdénago, los cuales no adorarán al ídolo.
Y estos serán entendidos por tres condiciones de personas, según la interpretación arriba dicha, porque Sidrac es interpretado “hermoso”, y estos serán los verdaderos religiosos iluminados por Dios para conocer la verdad cierta de la Iglesia, porque morirán por el Papa bueno, o se apartarán a los desiertos por amor suyo, y donde estarán por tres años, y aún algo más, sin embargo, no cumplirán el año cuarto (aquí parece referirse San Vicente Ferrer a los 3,5 años o un poco menos que el resto fiel de la Iglesia en el desierto, perseguido por este Anticristo religioso, falso profeta o Bestia de la Tierra). Misac es interpretado (como) “risa con gozo”, y estos serán todos aquellos que permitirá Nuestro Señor con gozo y placer no pelear con el ídolo por la defensión de la Iglesia, los cuales querrían escoger primero el martirio con alegría, que la vida corporal con tristeza. Abdénago se interpreta como “siervo callado”, y estos serán los ignorantes del bien y del mal, como mujeres, y otras personas inocentes, los cuales han de ignorar y no conocer este yerro, por ende el verdadero Papa los dispensará después, y su ignorancia los excusará y dispensará con ello; pues si entendieran el mal engaño, antes escogerían la muerte, que caer en tanto yerro. Tales serán los siervos callados, como los religiosos antedichos; algunos huirán a los desiertos muy apartados a donde no irá Nabucodonosor, el mal ídolo, y los sacerdotes arriba dichos, con las órdenes religiosas, estarán en el desierto en hábito disimulado, siempre celebrando, aunque no llevarán coronas, ni hábito sacerdotal, ni demostrarán saber aún letras, ni tendrán oratorio, ni siquiera altares. De mañana celebrarán los que tuvieren licencia, porque el Papa verdadero los dispensará para que puedan celebrar en los desiertos, según que de suyo se hará mención en aquella profecía que habla del dispensar. Y cuando hubieren celebrado la misa, esconderán el cáliz y vestimenta, y lo restante que pertenece para celebrar la misa. De tal manera estarán en el desierto que apenas pocos sabrán por entonces de su condición sacerdotal, y estos serán los siervos callados.
En aquellos años, habrá muchos que sufrirán los oficios divinos entre los cismáticos. Entonces serán también siervos callados, aunque serán librados de los fuegos infernales por el ángel escogido para ellos de antemano, como los tres varones Sidrac, etc. Pues cuando esto vieren los cristianos, podrán decir con certeza: “Ved el estado de la dignidad eclesiástica puesto en ruina y destrucción”. Sin embargo, Dios no querrá aún desamparar a la Iglesia, porque la nave de san Pedro puede peligrar, pero no puede ser hundida. Pues el vano Papa será entronizado, o puesto en silla con el dicho príncipe mayor, de tal manera que no quedará eclesiástico sin despojar de su beneficio. Esto querrá Dios permitir para que sean purgados los hijos de Leví de su maldad, los cuales de su grado y voluntad nunca quisieron hacer enmienda de sus delitos. Y para mejor mostrar lo que dice quiero abrir, o declarar dos profecías, las cuales fueron escritas por Ezequiel en el octavo capítulo, donde declara cómo Dios muestra a aquel ídolo hecho en el fin del mundo (Bergoglio, que dijo que venía del fin del mundo en su primer discurso en el balcón del Vaticano), contra el verdadero vicario suyo por los idólatras, como por los hombres que acostumbraron con las riquezas y dignidades a colocar a los Papas a su voluntad, como al fin, estos mismos harán otro así tan grande, que antes no fue, ni después será.
Y será todo este mal extendido de la parte de Aquilón, quiere decir Alemania (es evidente que así es y que es desde allí que partió la conspiración para que Bergoglio usurpara el papado), como se muestra en Jeremías, capítulo primero, por estas palabras: “Ab Aquilone pendentur omne malum”[17], etc. Por lo cual, la razón y la ira de Dios allí descenderá sobre la Iglesia, que las oraciones de los santos más le provocarán a saña que a misericordia, según se muestra en el siguiente capítulo por estas palabras: “Cum clamaverint ad me voce magna non exaudiam eos”[18] etc., que quiere decir: “cuando llamaren a mí con voz muy grande, no los oiré”. En tal manera que cuantos santos en el mundo fueron no podrán deshacer una sola gota de la ira de Dios, hasta que el santuario sea purificado, como se demuestra en el siguiente capítulo de Ezequiel por estas palabras: “Et clamavit in auribus meis voce magna, dicens: Apropinquaverunt visitationes urbis, et unusquisque vas interfectionis habet in manu. Et ecce sex viri veniebant de via porte que respicit ad Aquilonem”[19].
Es la sentencia de dicha autoridad: “Y llamo en mis oídos con gran voz, diciendo: llegaron las visitas de la ciudad, y cada cual tenía un vaso de muerte en su mano. Y cada seis varones venían del camino de la puerta de arroba que mira hacia Aquilón”. Quiere decir, de la parte de Alemania, porque todos traerán en sus manos el vaso de la muerte. Dice más aún Ezequiel, que venía en medio de los seis hombres dichos, un varón, vestido de paños blancos de lienzo, el cual tenía un saco de escriba colgado del cinto. Y dice que Dios había mandado a dicho varón (BXVI) que anduviese por la ciudad poniendo el signo de la Tau[20], en medio de las frentes de los que llorasen, sin embargo que, a los llenos de risas y danzas, no lo marcase. Después envió el Señor a dichos seis varones por la ciudad, y mandó matar a cuantos hallasen sin la dicha señal de Tau. Y aún les dijo más: “Comenzad la muerte desde Mi santuario”. Cuya profecía es entendida de tal manera: las tribulaciones que ha de enviar Nuestro Señor al fin del mundo han de tener comienzo primero por medio del Anticristo oculto, porque estos seis varones armados que perseguirán la ciudad, quiere decir la cristiandad, serán los seis Príncipes que tendrán el mando sobre los cristianos, los cuales darán la obediencia al dicho Anticristo (Bergoglio).
Sin embargo, ahora hice mención de siete Príncipes, cuando dije que la estatua de Nabucodonosor tenía de ancho siete codos, porque en ellos había un principal a quien los seis han de obedecer. Y en esta profecía no se hace mención sino de aquellos seis varones que anduvieron por toda la ciudad matando a cuantos no tenían el signo del Tau en medio de las frentes, los cuales tienen que comenzar por el santuario, quiere decir, por los eclesiásticos, y no matarán a todos, pero a algunos de ellos sí; a unos en el cuerpo y a otros en el alma. ¡Oh, si supiesen los eclesiásticos que Dios permitirá que sean perseguidos en aquel tiempo, por sus pecados, creo que comerían hiel mezclada con vino! Como la Iglesia debe ser purgada por el Anticristo oculto, primero ya lo demostró Nuestro Señor Dios, cuando en persona de toda la Iglesia dijo a todos los Apóstoles, según parece por san Mateo: “Vosotros sois sal de la tierra, si esta sal desvaneciere, ¿con qué salarán? para nada vale más, si no para ser hollada de los hombres”. Esta sal necesaria, que las almas conserva, es la doctrina de los eclesiásticos, que por aquélla conservan las almas del pueblo en las virtudes. Y cuando ésta desvaneciere, o faltare, faltare, para nada más vale. Y es necesario que sean despojados de sus beneficios, riquezas, y dignidades que tienen de la Iglesia por los príncipes, pues al estar enlazados por el diablo, ya son lobos rapaces más que pastores, no guardando ni a la Iglesia ni a su ganado.
Por ende es forzoso que sean hallados por los hombres malos que apremien así al clérigo y le sean contrarios, como si fuesen infieles, y perros rabiosos. Y aún los legos estarán contra ellos tan indignados, que pensarán servir a Dios en hacer sacrificio de los sacerdotes. En esta parte, digo que será para los malos purificación y para los buenos aumento de virtud. Sin embargo, aquí se mueve una cuestión. Si Nuestro Señor permitirá que vengan todas estas tribulaciones solamente por los pecados de la Iglesia. A lo cual digo, que no por cierto, sino también por los delitos del pueblo. Y para que esto se declare mejor, traigo un ejemplo de una ciudad muy bien aderezada con sus murallas y torres fuertes para su defensa, la cual se levanta y se hace rebelde contra su Rey, al punto que éste le pone sitio poniendo en orden su artillería.
Decidme ahora ¿de dónde comienzan a combatir y tirar los tiros o las bombardas? ¿En las torres, o cerca, en el pueblo? Por cierto primero hieren en las torres. ¿Por qué razón se hace esto? ¿Por qué ellas reciben primero los golpes? Digo que los sufren, porque ellas guardan dentro al pueblo rebelde contra su señor. Pues para asaltar la ciudad, es necesario que se derriben primero las torres, y castigar después el pueblo. De la misma manera hará Dios poderoso, bajo la justicia de todo el mundo con el Anticristo oculto, por último, el fuego y el juicio: porque ninguno se querrá enmendar. Y comenzarán de lanzar los tiros y artillería contra los eclesiásticos, que son las trincheras fortificadas de la cristiandad que deben guardarla por la doctrina y los buenos ejemplos. De cuya defensa decía David: “Cércanos Señor con el muro tuyo inexpugnable, y con las armas de tu potencia siempre defiéndenos”. Y en latín dice: “Muro tuo inexpugnabili circuncinge nos, domine”[21], etc. Las cosas de la Iglesia son torres muy fuertes para pelear contra los enemigos en defensa de la ciudad, es decir, los sacramentos y las prédicas. David dice de estas torres: “Fiat pax in virtute tua, et abundantia in turribus tuis”[22]. Es decir, “Sea hecha la paz en tu virtud, y abundancia en tus torres”, a saber, en la Iglesia. Pues como el mundo estará en rebeldía contra su Dios, por tal manera se combatirá contra las cercas y las torres eclesiásticas.
Por esta razón dije arriba, que Dios mandó a los seis varones comenzar primero de su santuario, y esto era por la gran culpa del pueblo, a causa de hacer malos a los obispos y religiosos. Porque los señores temporales y legos han comenzado por usurpar y tener para sí las rentas y bienes de la Iglesia, siendo avaros. Y por los honores y vanidades de este mundo malo, así comienzan a ser muy contrarios a la Iglesia, y los eclesiásticos también contra ellos con la sentencia de excomunión, pues así dan causa para que la Iglesia esté llena de males, y la persecución le vendrá por los pecados del pueblo. Todo esto será motivo de aumento de virtud y purificación de los vicios para estos eclesiásticos, como se hizo en el martirio de los inocentes que fueron muertos por los pecados de los padres, cuando no quisieron que Nuestra Señora diera a luz al llegar de Nazaret a Belén, por lo que fue necesario que diera a luz al Redentor en un establo, entre animales; fue por ello que Dios permitió entonces que fuesen castigados los padres en sus hijos. Sin embargo, aquella purificación fue pena espiritual en los padres y corporal solo en los hijos, y gloria para las almas. Respecto de los sacerdotes, la persecución y la pena respecto del pueblo, que no tendrá los sacramentos, ni oirá misas, ni predicaciones por sus pecados. Y para los sacerdotes será un gran dolor y tristeza en cuanto a los cuerpos, sin embargo gloria y descanso para sus almas.
Y esto se entiende si, con paciencia, sufren las tribulaciones acusándose a sí mismos. Nos queda por ver quién es aquél varón vestido de paños blancos que tenía un saco de escriba colgado de las cinturas o del cinto, el cual señaló con el signo Tau a cuantos lloraban, y estaban tristes. Este varón será el verdadero Papa (BXVI) a quien perseguirá el Anticristo (el Anticristo religioso, Bergoglio); y estará vestido de blanco por dos motivos pues, por un lado, la blancura significa su vejez, pues será muy anciano, siendo sus cabellos y su carne de ese color (claramente, BXVI). Por otro lo segundo tendrá gran castidad, pues será virgen, ya que el color blanco se compara a esta virtud. Pues así, por ser anciano y casto, estará vestido con telas blancas, y traerá su saco de escriba que significa la potestad eclesiástica, potestad que tendrá dicho Papa y no otro, mientras viviere (clarísimo). El saco de escriba estará colgado de sus cinturas o de su cinto pues esto significa su buena conciencia, al ser elegido como Papa verdadero. …. Todo esto dicho (el saco de escriba y los vestidos blancos) traerá consigo este verdadero Papa, a quien perseguirán y quien dará la señal de la Tau a todos los que estén tristes y den llantos y gemidos como signo del cautiverio en las almas de los cristianos. Porque este verdadero Papa perdonará incluso a aquellos seis príncipes perseguidores de la iglesia. Pues será este dicho Papa varón muy bueno, que perdonará con dulzura y misericordia.
Pues cuando vieseis las tribulaciones dichas arriba, podréis muy bien decir: “Ved el estado de la vida espiritual puesto en la ruina y destrucción”. Sin embargo, este varón muy santo, o Papa blanco, verá la muerte del Anticristo oculto (Bergoglio), porque acabada la persecución llamará él a Dios, doliéndose mucho de tanto daño y el mal cometido en la Iglesia, porque allí quedaran entonces tan castigados, flacos, y como muertos, que apenas tendrán espíritu de vida. Entonces amarán a su creador, que lo habrán conocido, sirviéndole mucho de sano corazón, y castos de cuerpo. Serán despojados de beneficios, quedándoles solo la vida y el vestido. ¡Oh, cuándo llorarán las riquezas perdidas, porque no las dieron por amor de Dios cuando lo tomaban todo en mano! Pues la segunda profecía ya está aquí declarada, la que trata toda de la caída de la dignidad eclesiástica. Y cuando viereis cumplir su sentencia, se podrá bien decir que está ya muy cerca del fin del mundo.
… Y vio allí mismo cómo aquel Papa malo perseguía a los eclesiásticos… concurría, en cuya visión entendió qué fuese esta batalla y gran contienda, señal de la que será en tiempo de la tribulación entre el verdadero Papa, y el malvado ídolo (el falso papa).
Entonces ya sólo queda que se cumpla la tercera profecía siguiente de estas dos. Dice Salomón en el capítulo cuarto del Eclesiastés: “Vidi cunctos viventes qui ambulant sub sole cum adolescente secundo”[24], etc., es decir: “vi los vivientes que andan debajo del sol con el segundo adolescente”. Infinito es el número del pueblo de todos aquellos que fueron antes que él; y los que después verán, no tendrán con él gozo. Arriba donde dice que vio los que andan con el adolescente, se debe entender con el Anticristo puro, según algunos doctores. Empero, el primer adolescente, según algunos doctores, se entiende por el Anticristo oculto, el cual con su aparente y fingida santidad, engañará, mostrando riquezas y dignidades. Y esto se declara en aquella profecía de Daniel que se sigue la de Nabucodonosor, demostrando la caída de la fe católica”….
El Valiente Fraile Franciscano Ricardo Gómez Giraldo OFM, por fidelidad a Jesucristo, a las Leyes de Dios y a la doctrina de la Iglesia, se separó de la secta apóstata bergogliana.
Los sacerdotes y laicos infieles que permanecen en plena comunión con Bergoglio, el cual le ha declarado abiertamente la guerra a Dios y a la Iglesia, han traicionado a Cristo y a la Iglesia para ser fieles a Bergoglio y así se han separado de la Iglesia Verdadera para unirse a la anti-iglesia del Anticristo liderada por este falso papa. Así como lo hicieron los ángeles apóstatas al unirse a su líder que se rebeló contra Dios, ellos también se han unido a las fuerzas del mal.
cuando le preguntan quien la había convertido al catolicismo,
siempre responde: “el diablo”»
G.K. Chesterton
No es casualidad que Satanás sea llamado διάβολος, en el doble sentido de mentiroso y acusador. Satanás miente porque odia la Verdad, es decir, a Dios en su ser. Miente porque si afirmara la verdad descubriría sus propios engaños. Miente porque sólo mintiendo puede ser también acusador de nuestros hermanos, “el que día y noche les acusaba ante nuestro Dios” (Ap 12, 10). Y así como la Santísima Virgen, tabernáculo de la Verdad encarnada, es abogada nuestra, así Satanás es nuestro acusador e inspirador de falsos testigos contra los justos.
La Revolución -que es el derrocamiento del kosmos divino para instaurar el caos infernal- al no tener argumentos para desacreditar a la Iglesia de Cristo y a la sociedad cristiana que se inspira en ella y es guiada a través de los siglos por ella, recurre a la calumnia y a la manipulación de la realidad. La Cultura de la Cancelación no es más que el intento de poner en juicio la Civitas Dei para condenarla sin pruebas, imponiendo la civitas diaboli como su contrapartida de supuesta libertad, igualdad y fraternidad. Para hacer eso, como es evidente, impide a las masas el conocimiento y el saber, porque su engaño se basa en la ignorancia y en la mala fe.
Esta premisa es necesaria para comprender la gravedad del comportamiento de quien usurpa el poder vicario derivado de la suprema autoridad de la Iglesia para calumniarla y acusarla frente al mundo, en una grotesca parodia del juicio de Cristo ante el Sanedrín y Pilatos. También en aquella ocasión la autoridad civil escuchó las falsas acusaciones que se hacían contra Nuestro Señor, y aunque reconoció su inocencia, para satisfacer al pueblo azuzado por los Sumos Sacerdotes y los escribas del pueblo, primero lo hizo azotar y coronar de espinas, y luego lo envió a la muerte, haciéndolo crucificar con el más humillante de los suplicios. En consecuencia, los miembros del Sanedrín abusaron de su autoridad espiritual, al igual que el prefecto de Judea abusó de su autoridad civil.
La misma farsa se ha repetido en el curso de la historia mil y mil veces, porque detrás de cada mentira, detrás de cada acusación infundada contra Cristo y contra su Cuerpo Místico que es la Iglesia se esconde el diablo, el mentiroso, el acusador. Y es evidente, más allá de cualquier duda razonable, que esta acción satánica es la inspiradora de los hechos que la prensa informa estos días, desde los pérfidos mea culpa de Bergoglio por las supuestas culpas de la Iglesia católica cometidas en Canadá en perjuicio de los pueblos indígenas, hasta su participación en ritos paganos y ceremonias infernales de evocación de los muertos.
Sobre las “culpas” de los Misioneros jesuitas, creo que Corrispondenza Romana (aquí) ha respondido exhaustivamente, enumerando las atrocidades a las que fueron sometidos los mártires de Canadá a manos de los indios iroqueses. Lo mismo ocurre con las supuestas acusaciones relativas a los internados indios que el Estado había confiado a la Iglesia católica y a los anglicanos para civilizar a los nativos y favorecer la asimilación de la cultura cristiana en el país. Descubrimos así que “los Oblatos [de María Inmaculada] fueron los únicos defensores de la lengua y del modo de vida tradicional de los indios de Canadá, a diferencia del gobierno y de la Iglesia anglicana, que insistían en una integración que desarraigaba a los nativos de sus orígenes”. También nos enteramos de que el supuesto “genocidio cultural” de los pueblos indígenas del que debía ocuparse la Commission de vérité et réconciliation en 2008 se ha transformado desde entonces, sin ninguna base de verdad ni verosimilitud, en “genocidio físico”, gracias a una campaña mediática completamente falsa, apoyada por el primer ministro Justin Trudeau, protegido de Klaus Schwab y notorio defensor del globalismo y de la Agenda de Davos.
Pero si la verdad también ha sido reconocida oficialmente por los expertos e historiadores no partidistas, sin embargo, el culto a la mentira ha seguido su curso inexorable, culminando con las disculpas oficiales del jefe de la Iglesia, exigida por Trudeau e inmediatamente refrendada por Bergoglio, quien no veía la hora de humillar una vez más a la institución que indignamente representa. En su afán por secundar la narrativa oficial y complacer a sus amos, Trudeau y Bergoglio consideran un detalle insignificante la total inexistencia de pruebas sobre las fosas comunes fantasmagóricas en las que supuestamente se enterraron en secreto a cientos de niños. Esto bastaría para demostrar su mala fe y las intenciones ocultas de sus acusaciones y mea culpa; sobre todo porque la prensa del régimen pide las cabezas de los enemigos del pueblo con juicios sumarios, pero se cuida muy bien de no rehabilitar a los inocentes acusados falsamente.
El propósito de esta vil operación mediática es demasiado evidente: desacreditar el pasado de la Iglesia católica, culpable de los peores actos atroces, para legitimar su actual persecución, tanto por parte del Estado como de la misma Jerarquía. Porque esa Iglesia, la “intolerante” y “rígida” Iglesia católica que predicaba el Evangelio a todos los pueblos y que permitía martirizar a sus propios misioneros por tribus inmersas en la barbarie del paganismo, no debe existir más, no debe “hacer proselitismo” –“un solemne disparate”, “un pecado gravísimo contra el ecumenismo”- y no debe pretender tener ninguna Verdad que enseñar a las naciones para la salvación de las almas. Y Bergoglio se empeña en hacernos saber que no tiene nada que ver con esa Iglesia, al igual que detesta la doctrina, la moral y la liturgia de esa Iglesia, hasta el punto de perseguir sin piedad a los numerosos fieles que aún no se han resignado a seguirle hacia el abismo de la apostasía y que querrían honrar a Dios con la Misa Apostólica.
No es que nadie haya pensado nunca que Jorge Mario pueda de alguna manera ser católico: cada una de sus palabras, cada gesto, cada movimiento, delata una intolerancia tal hacia cualquier cosa que recuerde mínimamente a Nuestro Señor, que hace superfluos sus testimonios de irreligiosidad e impiedad sacrílega. Verlo asistir impasible a los ritos satánicos de evocación de los muertos realizados por un chamán agrava hasta lo inverosímil el escándalo del culto idolátrico a la Pachamama infernal en la basílica vaticana, profanándola, en el lugar donde está enterrado el Príncipe de los Apóstoles.
Pedir perdón por las inexistentes faltas de los Misioneros es un despreciable y sacrílego acto de sumisión al Nuevo Orden Mundial que se compagina perfectamente con los omertales silencios y las escandalosas protecciones de las que es responsable Bergoglio respecto a las verdaderas víctimas de los abusos de sus protegidos. Podremos oírle pedir perdón en China, en África, en los hielos de la Antártida, pero nunca le oiremos pronunciar un mea culpa por los abusos y crímenes cometidos en Argentina, por los horrores de la mafia lavanda de McCarrick y sus cómplices, y de los que promovió como sus colaboradores. Nunca le oiremos pedir disculpas creíbles por haberse prestado a ser testimonial de la campaña de vacunación, que ahora sabemos que es la causa de un número aterrador de muertes imprevistas y de efectos adversos. Por estas faltas nunca se dará golpes de pecho, es más, está orgulloso de ello y sabe que un gesto de sincero arrepentimiento no sería apreciado por sus mandantes, que no son menos culpables que él.
Aquí estamos entonces frente al mentiroso, al acusador. Aquí estamos frente al despiadado perseguidor de los buenos clérigos y fieles de ayer y de hoy, y celoso aliado de los enemigos de Cristo y de la Iglesia. Un feroz opositor a la Misa católica, pero un participante ecuménico en ritos satánicos y ceremonias paganas. Un hombre dividido en su alma por su doble rol de líder de la secta que ocupa el Vaticano e inquisidor de la Iglesia católica. A su lado, en esta escuálida perfomance, está el monaguillo Trudeau, que propaga la doctrina de género y la ideología LGBTQ en nombre de la inclusividad y de la libertad, pero que no ha dudado ni un segundo en reprimir con sangre los justos y legítimos levantamientos de la población canadiense, privada de sus derechos fundamentales con el pretexto de la emergencia pandémica.
Una buena pareja, sin duda. Ambos patrocinados en sus carreras por la élite globalista anticristiana. Ambos puestos al frente de una institución con la tarea de demolerla y de dispersar a sus miembros. Ambos traidores a su propio rol, a la justicia y a la verdad.
Estos juicios sumarios podrán ser apreciados quizás por contemporáneos de mala fe o ignorantes, pero no resisten el juicio de la Historia, y mucho menos el juicio inapelable de Dios.
Llegará el día en que [el obispo de Roma] será llamado a dar cuentas de su gestión: “Redde rationem villicationis tuæ: jam enim non poteris villicare” (Lc 16, 2), dice el maestro en la parábola del Evangelio de ayer. Hasta que llegue este momento, como miembros bautizados y vivos del Cuerpo Místico, recemos y hagamos penitencia, para alejar de nosotros los castigos que estos escándalos atraen sobre la Iglesia y el mundo. Invoquemos la intercesión de los Mártires de Canadá, ultrajados por el acusador sentado en el Trono de Pedro, para que obtengan del Trono de Dios la liberación de la Iglesia del presente flagelo.
+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo
1 de agosto de 2022
San Pedro en Cadenas
Santos Mártires Macabeos
Publicado originalmente en italiano el 1 de agosto de 2022