Arzobispo Viganò: las ‘bendiciones’ de Bergoglio para las parejas homosexuales demuestran que es un ‘siervo de Satanás’

 Bergoglio está bajo el control de Satanás

La apostasía de Bergoglio comenzó en Argentina

El arzobispo Carlo Maria Viganò dice que las bendiciones recientemente aprobadas por el Vaticano muestran que hay un propósito más inmediato y simple que lograr: provocar a los católicos para que se alejen de su iglesia y lo dejen libre para convertirla en la concubina del Nuevo Orden Mundial.

Por el arzobispo Carlo Maria Viganò

— Cuando el diablo intenta persuadirnos a pecar, enfatiza el supuesto bien de la mala acción que quiere que hagamos, mientras eclipsa los aspectos que son necesariamente contrarios a los mandamientos de Dios. No nos dice:  Pecad y ofended al Señor que murió por vosotros en la Cruz , porque sabe que una persona normal no quiere el mal en sí, sino que suele hacer el mal bajo la apariencia del bien.

Esta estrategia de engaño se repite invariablemente. Para inducir a una madre a abortar, Satanás no le pide que se sienta complacida por el asesinato del niño que lleva encinta, sino que piense en las consecuencias del embarazo, en el hecho de que perderá su trabajo o en que será demasiado joven e inexperta para criar y educar a un niño; y casi parece que esa madre, al convertirse en asesina mediante el infanticidio, muestra un sentido de responsabilidad al querer ahorrarle a la criatura inocente una vida sin amor. Para convencer a un hombre de cometer adulterio, el espíritu tentador le muestra las supuestas ventajas de encontrar una salida en una relación extramatrimonial, todo ello en beneficio de la paz en la familia. Para instar a un sacerdote a aceptar las desviaciones heréticas de sus superiores, enfatiza la obediencia a la autoridad y la preservación de la comunión eclesial.

Estos engaños sirven evidentemente para alejar a las almas de Dios, para borrar en ellas la gracia, para mancharlas de pecado, para oscurecer su conciencia de tal manera que la próxima caída sea tanto más casual cuanto más grave sea. En cierto modo, la acción del diablo se expresa como la “ventana de Overton”, haciendo menos horrible la ofensa contra Dios, haciéndonos creer que el castigo que nos espera es menos terrible y las consecuencias de nuestra culpa más aceptables.

El Señor es bueno: perdona a todos, nos susurra, cuidando de alejarnos del pensamiento de la Pasión de Cristo, del hecho de que cada golpe del azote, cada bofetada, cada espina clavada en su cabeza, cada clavo clavado en Su carne está el fruto de nuestros pecados. Y luego, si cedes a la tentación, no es tu culpa, es tu fragilidad. Y una vez hundida, pecado tras pecado, en el hábito del mal y del vicio, el alma se deja arrastrar cada vez más abajo, hasta que la petición del diablo se presenta en todo su horror:  rebelarse contra Dios, rechazarlo, blasfemarlo, odiarlo. porque os ha privado de vuestro derecho a la felicidad con preceptos opresivos .

Este, mirado más de cerca, es el elemento recurrente en la tentación, desde el pecado de Adán: mostrar el mal bajo falsas apariencias de bien, y el bien como un obstáculo molesto para el cumplimiento de la propia voluntad rebelde.

La Iglesia, que es nuestra Madre, sabe bien cuán peligroso es para un alma cristiana ignorar esta estrategia infernal. Confesores, directores espirituales y predicadores consideraron esencial explicar a los fieles cómo actúa el diablo, para que comprendan con su intelecto el fraude del maligno, para poder oponerse a él con su voluntad, ayudados a ello por la asiduidad en la oración y el uso frecuente de los sacramentos. Por otro lado, ¿cómo podríamos imaginar a una madre que anima a su hijo a no progresar en el amor de Dios y le asegura que el Señor le concederá la salvación incondicionalmente? ¿Qué madre presenciaría la ruina de su hijo, sin intentar advertirle e incluso castigarlo, para que comprenda la gravedad de sus actos y no se haga daño por la eternidad?

La delirante Declaración  Fiducia Supplicans , publicada recientemente por la parodia del antiguo Santo Oficio rebautizada como Dicasterio, rasga definitivamente el velo de hipocresía y engaño de la jerarquía bergogliana, mostrando a estos falsos pastores como lo que realmente son: servidores de Satanás y sus más celosos aliados, empezando por el usurpador que se sienta –una abominación desoladora– en el Trono de Pedro. El mismo principio del documento suena, como todos los emitidos por Bergoglio, burlón y engañoso: porque la confianza en el perdón de Dios sin arrepentimiento se llama presunción de salvación sin mérito y es un pecado contra el Espíritu Santo.

La falsa solicitud pastoral de Bergoglio y sus cortesanos respecto de los adúlteros, los concubinarios y los sodomitas debería ser denunciada en primer lugar por los presuntos beneficiarios del documento vaticano, que son las primeras víctimas del sulfuroso fariseísmo conciliar y sinodal. Es su alma inmortal la que es sacrificada al ídolo despierto, porque el día del Juicio Particular descubrirán que han sido engañados y traicionados por quienes en la Tierra ostentan la autoridad de Cristo. La culpa de la que el Señor acusará a estos desdichados no se referirá sólo a los pecados cometidos, sino también y sobre todo a haber querido creer en una mentira diabólica, en un fraude de falsos pastores -empezando por Bergoglio y Tucho- que la conciencia había los muestra como tales. Una mentira que quieren creer muchos miembros de la jerarquía, que esperan tarde o temprano poder recibir la misma bendición junto a sus cómplices del vicio, ratificando ese estilo de vida sacrílego y pecaminoso que ya practican, y con el ostentoso consentimiento de Bergoglio.

Que la declaración de Tucho Fernández aprobada por Bergoglio reitere que bendecir a una pareja irregular no debe parecer una forma de rito nupcial, y que el matrimonio es sólo entre un hombre y una mujer, es parte de la estrategia del engaño. Porque lo que está en juego aquí no es si el matrimonio puede ser contraído por dos hombres o dos mujeres, sino si las personas que viven en un estado de pecado grave pueden merecer, como pareja irregular, una bendición impartida por un diácono o un sacerdote, con la única precaución de que no dé la impresión de ser una celebración litúrgica.

La atención del Sanedrín Vaticano está enteramente dirigida a asegurar al pueblo cristiano que no tiene intención de formalizar nuevas formas de matrimonio, mientras que el estado de pecado mortal y el grave escándalo de quienes recibirían tal bendición, y el peligro de condenación eterna que pesa sobre esas pobres almas, se pasa totalmente por alto. Por no hablar del impacto social que esta declaración tendrá sobre aquellos que no son católicos, y que gracias a ella se considerarán con derecho a excesos mucho peores. Cabe preguntarse si, en esta carrera por legitimar la sodomía –obtenida sin llegar a celebrar matrimonios entre sodomitas– hay un conflicto de intereses en quienes la proponen con tanta insistencia: es como si los gobernantes se protegieran con un escudo legal contra la responsabilidad. antes de imponer a la población un suero genético experimental cuyos efectos adversos no desconocen.

No hay duda: es un duro despertar para los llamados conservadores, que se ven descaradamente burlados por el prefecto Tucho, a quien le preocupa que la bendición de una pareja no parezca un matrimonio pero no tiene nada que decir sobre la intrínseca pecaminosidad del concubinato público y de la sodomía. Lo importante es que los moderados –defensores del Vaticano II– puedan considerarse satisfechos con esa apostilla jesuítica (en este caso de que estas bendiciones espontáneas y no rituales no son un matrimonio) que se supone salva la doctrina sobre el papado al tiempo que impulsa almas a condenarse a sí mismas.

Para los sacerdotes que no acepten bendecir a estos infortunados, se preparan dos caminos: el primero, ser expulsados de la parroquia o de la diócesis ad nutum Pontificis ; el segundo, resignarse a trocar su derecho a disentir a cambio del reconocimiento del derecho de otros cohermanos a aprobar; algo ya visto en el ámbito litúrgico con Summorum Pontificum . En resumen, la operación de Bergoglio es una salida de la fe, donde se puede encontrar de todo, desde los ritos de la Semana Santa anterior a 1955 hasta las “eucaristías” LGBT, siempre y cuando no se cuestione nada sobre su “pontificado”.

A esto se suma el escándalo para los católicos, que, ante los horrores de la secta de Santa Marta, se ven tentados a abrazar el cisma o a abandonar la Iglesia. Y de nuevo: con qué amargura y sentimiento de desilusión mirarán a Roma aquellos que, conscientes de su situación de irregularidad objetiva, han buscado y buscan con todas sus fuerzas y con la gracia de Dios no pecar y vivir conforme a los Mandamientos.  ¿Cómo pueden sentirse aquellas personas que piden una voz paternal que los exhorte a continuar por el camino de la santidad, y no el reconocimiento ideológico de sus vicios que saben incompatibles con la moral natural?

Preguntémonos: ¿qué quiere lograr Bergoglio? Nada bueno, nada verdadero, nada santo. Él no quiere que se salven almas; no proclama el Evangelio oportunamente, importunamente para llamar a las almas a Cristo; no les muestra al Salvador azotado y ensangrentado para incitarlos a cambiar de vida. No. Bergoglio quiere su condenación, como un tributo infernal a Satanás y un desafío descarado a Dios.

Pero hay un propósito más inmediato y simple que lograr: provocar a los católicos para que se alejen de su iglesia y lo dejen libre para convertirla en la concubina del Nuevo Orden Mundial. Las mujeres sacerdotes, las bendiciones homosexuales, los escándalos sexuales y financieros, el negocio de la inmigración, las campañas de vacunación forzada, la ideología de género, el ambientalismo neomalthusiano, la gestión tiránica del poder son las herramientas con las que escandalizar a los fieles, disgustar a los que no creen, desacreditar a la Iglesia y al papado. Pase lo que pase, Bergoglio ya ha logrado su objetivo, que es la premisa para conseguir el consentimiento de los herejes y fornicarios que lo reconocen como Papa, desbancando cualquier voz crítica.

Si este documento, junto con otros pronunciamientos más o menos oficiales, tuviera realmente como objetivo el bien de los adúlteros, concubinarios y sodomitas, debería haberles señalado el heroísmo del testimonio cristiano, recordándoles el abnegación que Nuestra Señora Señor pide a cada uno de nosotros, y les enseñó a confiar en la gracia de Dios para superar las pruebas y vivir conforme a Su Voluntad. Al contrario, los alienta, los bendice como irregulares, como si no lo fueran; pero al mismo tiempo los priva del matrimonio, y de este modo admite que son irregulares. Bergoglio no les pide que cambien de vida, pero autoriza una farsa grotesca en la que dos hombres o dos mujeres podrán presentarse ante un ministro de Dios para ser bendecidos, junto con sus familiares y amigos, y luego celebrar esta unión pecaminosa con un banquete, el corte del pastel y regalos. Pero no es una boda, seamos claros…

Me pregunto qué impedirá que esta bendición se imparta no a una pareja, sino a varias personas, en nombre del poliamor; o a menores, en nombre de la libertad sexual que la élite globalista está introduciendo a través de la ONU y otras organizaciones internacionales subversivas. ¿Será suficiente señalar que la Iglesia no aprueba las uniones polígamas y la pedofilia para permitir que polígamos y pedófilos sean bendecidos? ¿Y por qué no extender este truco a quienes practican la bestialidad? Siempre sería en nombre de la acogida, la integración y la inclusión.

La misma falsificación diabólica se aplica a las mujeres sacerdotes. Si, por un lado, el Sínodo sobre la sinodalidad no abordó la ordenación de las mujeres, por otro, ya se está planificando una forma de “ministerio no ordenado” que les permitiría presidir celebraciones espurias con el pretexto de que ya no hay sacerdotes ni diáconos. También en este caso, los fieles ven sobre el altar a una mujer en un alba leyendo el Evangelio, predicando, repartiendo la Comunión, tal como lo haría un sacerdote, pero sin serlo. Se hace con la nota a pie del Vaticano de que es un ministerio que no pone en duda el sacerdocio católico.

El sello distintivo de la Iglesia conciliar y sinodal, de esta secta de rebeldes y pervertidos, es la falsedad y la hipocresía. Su propósito es intrínsecamente malo, porque quita el honor de Dios, expone a las almas al peligro de condenación, les impide hacer el bien y las alienta a hacer el mal. Quienes en la Iglesia bergogliana siguen la doctrina y los preceptos de la Iglesia católica están fuera de lugar y tarde o temprano acabarán separándose de ella o cediendo.

La Iglesia Católica es la única arca a través de la cual el Señor ha ordenado la salvación y santificación de la humanidad. Dondequiera que lo que parece ser la Iglesia actúa y obra para la condenación de la humanidad, no es la Iglesia, sino su falsificación blasfema. Lo mismo ocurre con el papado, que la Providencia quiso como vínculo de caridad en la verdad, y no como instrumento para dividir, escandalizar y condenar a las almas.

Exhorto a todos los que han recibido la dignidad de cardenal, a mis hermanos en el episcopado, a los sacerdotes, a los clérigos y a los fieles, a oponerse con la mayor firmeza a esta loca carrera hacia el abismo al que una secta de apóstatas renegados quisiera arrastrarnos. Imploro a los obispos y ministros de Dios – por las Santísimas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo – no sólo que levanten la voz para defender la enseñanza inmutable de la Iglesia y para condenar las desviaciones y herejías, bajo cualquier apariencia que se presenten; pero también para advertir a los fieles e impedir estas bendiciones sacrílegas en sus diócesis. El Señor nos juzgará según su santa ley y no según las seducciones farisaicas de quienes sirven al enemigo.

+ Carlo Maria Viganò,  Arzobispo

20 de diciembre de 2023
Feria IV Quattuor Temporum Adventus

Dios maldice la bendición del Sacerdote Infiel que viola su ley y pervierte su Alianza y que por su malvada instrucción hace tropezar a muchos

14 ¡Oh, qué angosta es la puerta y cuán estrecha la senda que conduce a la vida eterna, y qué pocos son los que atinan con ella!

15 Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos voraces.

16 Por sus frutos u obras los conoceréis. ¿Acaso se cogen uvas de los espinos, o higos de las zarzas?

Mateo 7 – Biblia Torres Amat 1825

El activista gay Tucho Fernández, acusado públicamente de ser homosexual, ha sido cómplice de Bergoglio desde Argentina. Donde Bergoglio había puesto en marcha la herética y apóstata «Amoris Laetitia».

Por sus frutos los reconoceremos

Hermanos Católicos, tengan en cuenta que mientras los bomberos bergoglianos quieren seguir engañando a la gente. Los cómplices de Bergoglio entienden perfectamente que una ‘bendición de parejas homosexuales’ significa precisamente aprobar y legitimar las uniones civiles de homosexuales y se unen maliciosamente a Bergoglio en su rebelión contra Dios y contra la Iglesia.

— “Dime quien te alaba y te diré quién eres 

A continuación veremos algunos ejemplos de quienes odian a Dios y a la Iglesia y desde hace tiempo saltaron fuera de la Barca de Pedro para subirse a la canoa de la Pachamama.

Profecía de San Francisco de Asís: En el momento de esta tribulación un hombre, elegido no canónicamente, se elevará al Pontificado, y con su astucia se esforzará por llevar a muchos al error y a la muerte.

Entonces, los escándalos se multiplicarán, nuestra Orden se dividirá, y muchas otras serán destruidas por completo, porque se aceptará el error en lugar de oponerse a él.

Maldito el que no persevera en la fiel observación de todas las palabras de esta ley, ni las pone por obra. Y dirá todo el pueblo: Amén. Deuteronomio 27:26

La subversión homosexual de Bergoglio ya había comenzado en Buenos Aires

Súplica de un cardenal elector pidiendo que Dios derribe a Bergoglio y sus cómplices y les dé el merecido castigo por incitar a los sacerdotes al sacrilegio y a la rebelión contra las leyes de Dios

FromRome

Créditos: Esta oración ha sido compuesta por uno de los electores del Papa Francisco como acto de reparación pública por haberlo considerado moralmente capaz de ser Papa. — Se le anima a compartir esta oración y rezarla antes y durante cada Misa a la que asista, hasta que el Señor Jesucristo obre el favor solicitado en la misma.

Oh Señor Jesucristo, que eres el Dios Todopoderoso y Siempre Vivo, que en obediencia a Tu Padre Eterno descendiste a la Tierra para instruir a los hombres para que legítima y debidamente alaben, bendigan, honren y glorifiquen Su Augusto y Sagrado Nombre, hazlo ahora, desciende en venganza y borra de la tierra a estos hombres malvados que se han atrevido, a la vista de toda la humanidad, a incitar el sacrilegio más atroz contra Su Divina Majestad, afirmando que Tus sacerdotes y Tu Esposa Inmaculada pueden bendecir a los pecadores impenitentes que viven en los Pecados más repugnantes de fornicación, adulterio y sodomía!


Dígnate, oh Rey de reyes y Señor de Señores, a Quien todo poder y autoridad en el Cielo y en la Tierra ha sido concedido por Tu Eterno Padre, recordar Tu Eterno Deber Filial de vengar las injurias a Su Divina Majestad, tal como lo hiciste antiguamente cuando derribaste a los idólatras, a los blasfemos y a todos los que se atrevían a cometer sacrilegio, incluso si fueran los sacerdotes de Aarón constituidos para el cuidado de tu pueblo elegido.
Recuerda cómo viniste a liberar a un pueblo que caminaba en tinieblas y estaba gravemente oprimido por todo tipo de enemigos. ¡Ven y libera el rebaño que Tú obtuviste por derecho como tuyo con el derramamiento de Tu Sagrada Sangre!
Libera ahora a tu Inmaculada Esposa, que está siendo asaltada diariamente por los horribles crímenes, sacrilegios y calumnias de esta perversa banda que el Papa Francisco ha reunido a su alrededor.


Y por el honor y la gloria del Nombre de Tu Padre Eterno, que es el Dios de los dioses, te suplicamos humildemente que saques del poder al Papa Francisco y derribes con venganza a Jorge Mario Bergoglio y su malvado séquito, haciéndolos experimentar a la vista de todas las naciones tal castigo que honre y glorifique Su Santo Nombre, para que, infundiendo temor en los hombres impíos, también hagas saber a todo el mundo, que hay un Dios en Israel, es decir, Aquel que es el Fundador y Autor de La Iglesia Católica, y que acudes en auxilio de tu rebaño, del que te has acordado desde la Antigüedad, a la Santísima Virgen y a su posteridad en ti para siempre.
Te lo pedimos en Tu Santo Nombre, Señor Jesucristo, para honra y gloria de Dios Padre, y en Tu Santo Espíritu. Fíat. Fíat. Amén.

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San Mateo 26:24 Pues el Hijo del Hombre tiene que morir, tal como lo declararon las Escrituras hace mucho tiempo. ¡Pero qué terrible será para el que lo traiciona! ¡Para ese hombre sería mucho mejor no haber nacido!

Santo Tomas de Aquino en la Suma Teológica enseña que los herejes no solo se hacen dignos de la excomunión sino también del exterminio físico.

En su Summa Theologiae escribe: «En los herejes hay que considerar dos aspectos: uno, por parte de ellos; otro, por parte de la Iglesia. Por parte de ellos hay en realidad pecado por el que merecieron no solamente la separación de la Iglesia por la excomunión, sino también la exclusión del mundo CON LA MUERTE.>> <<Mas por parte de la Iglesia está la misericordia en favor de la conversión de los que yerran, y por eso no se les condena, sin más, sino después de una primera y segunda amonestación (Tit 3,10), como enseña el Apóstol. Pero después de esto, si sigue todavía pertinaz, la Iglesia, sin esperanza ya de su conversión, mira por la salvación de los demás, y los separa de sí por sentencia de excomunión. Y aún va más allá relajándolos al juicio secular para su EXTERMINIO DEL MUNDO CON LA MUERTE.»

Después de una primera y segunda corrección, rehúye al hereje, sabiendo que está pervertido (Tit., 3, 10-11).

¡Que viva poco tiempo
y que otro se apodere de sus bienes!

Salmos 109:8

Abusar de la Misericordia de Dios para seguir pecando es la mayor rebelión contra Dios

En el Primer Concilio apostólico se decretó la prohibición dictada por Dios contra los seudomatrimonios : Hechos 15:29 que no coman carne de animales ofrecidos en sacrificio a los ídolos, que no coman sangre ni carne de animales estrangulados y que eviten los matrimonios prohibidos. Si se guardan de estas cosas, actuarán correctamente. Saludos. Concilio de Jerusalén.
En las Biblia que tienen pie de nota se enlaza este pasaje con la prohibición de Levíticos donde se prohíbe el adulterio, la bestialidad y la sodomía.
La Virgen en Fatima también denunció que los seudo matrimonios NO SON DE DIOS. Y si no son de Dios son del DIABLO.

“Sor Lucía me dijo: La batalla final entre El Señor y Satanás será sobre la Familia y el Matrimonio” ~ Cardenal Carlo Caffara

El Sistema sacramental diabólico para consagrar a los que caen en apostasía al servicio de la Bestia, es la copa con la que la ramera embriaga al mundo:
El Padre Herman B. Kramer (1884-1976) Autor del famoso libro «The Book of Destiny» (1956) señaló .
Nuevos Sacramentos: «El Falso Profeta va a instituir ritos secretos, a través del cual los seguidores del Anticristo se adelantará por grados en el misticismo más profundo de su culto. Una especie de sistema sacramental diabólico así sería instituido la manera de conferir las gracias de Satanás y consagrar las personas al servicio de la Bestia «. página 325

» Santa Hildegarda: La homosexualidad es la suprema ofensa contra Dios

Recordemos la explicación de Roberto de Mattei 

La pastoral se funda precisamente en la doctrina dogmática y moral. «¡No puede haber una pastoral en desacuerdo con las verdades y la moral de la Iglesia, en conflicto con sus leyes y que no esté orientada a alcanzar el idea de la vida cristiana!», declaró el cardenal Velasio de Paolis en su alocución al Tribunal Eclesiástico de Umbría el 27 de marzo de 2014. Para el cardenal Sarah, la idea de separar el Magisterio de la praxis pastoral, que podría evolucionar según las circunstancias, modos y pasiones, «es una forma de herejía, una peligrosa patología esquizofrénica» (La Stampa, 24 de febrero de 2015).

Catecismo Mayor de San Pio X 
427.- ¿Es gran pecado la impureza? – Es pecado gravísimo y abominable delante de Dios y de los hombres; rebaja al hombre a la condición de los brutos, le arrastra a otros muchos pecados y vicios y acarrea los más terribles castigos en esta vida y en la otra.

Sacerdote explica cómo Amoris Laetitia realmente fue escrita para «normalizar» la homosexualidad

 Hebreos 13:4 Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios.

“La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia”


El heresiarca Bergoglio se rebela contra Dios como los ángeles rebeldes con pleno conocimiento y Malicia, por eso su pecado es de blasfemia contra el Espíritu Santo.


Judas 1:6- 7
Y a los ángeles que no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene perpetuamente encarcelados en oscuridad para el juicio del gran Día. Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas son puestas como escarmiento, al sufrir el castigo de un fuego eterno, por haber practicado, como aquéllos, inmoralidad sexual y vicios contra la naturaleza.

Revelaciones Celestiales de Santa Brígida de Suecia:

Sin embargo, ya que el hombre, al que se ha dado libre albedrío, desprecia voluntariamente mis mandamientos y consiente al demonio, entonces es justo que también experimente la tiranía del demonio. El demonio fue creado bueno, pero cayó debido a su perversa voluntad y ha quedado como un verdugo para infligir su retribución a los pecadores. Pese a que ahora soy tan menospreciado, aún soy tan misericordioso que perdonaré los pecados de cualquiera que pida mi misericordia y se humille a sí mismo, y lo liberaré del perverso ladrón. Pero aplicaré mi justicia sobre aquellos que perseveren en menospreciarme, y los que la oigan temblarán, mientras que los que la experimenten dirán: ‘¡Ay de nosotros, que fuimos nacidos o concebidos! ¡Ay, que hemos provocado la ira del Señor de la majestad!’.

Abuso de la misericordia de Dios.

Revelaciones Celestiales de Santa Brígida de Suecia:

El Cielo les da luz, ellos no se pueden alumbrar a sí mismos; la tierra da frutos, el aire hace que fecunde la tierra, todos los animales tienen ciertas disposiciones, los demonios me confiesan, los justos sufren de manera increíble por su amor a mí. Ellos ven todo esto y aún no me ven. Podrían verme en mi justicia, si considerasen cómo la tierra se traga a los impíos o cómo el fuego consume a los malvados. Igualmente, también podrían verme en mi misericordia, cuando el agua fluyó de la roca para los rectos o las aguas se abrieron para que pasaran ellos; cuando el fuego no les quemó, o los Cielos les dieron alimento como la tierra. Pues por ver todo esto y aún decir que miento, éstos nunca verán mi rostro.

La maldición divina cae sobre el cismático lobby gay de Bergoglio, que desafía abiertamente la Ley Natural Divina, para promover el vicio de la sodomía.

John Henry Westen: Bergoglio tergiversa el Catecismo sobre la homosexualidad.

En 1986, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida entonces por el cardenal Ratzinger, emitió un documento de instrucciones a los obispos sobre la pastoral que han caído en el pecado de la homosexualidad. (con atracción al mismo sexo). En el cual, la congregación advirtió a los obispos  asegurarse de “manifestar claramente que la actividad homosexual es inmoral.”
La instrucción añade,  “Pero queremos dejar en claro que la desviación de las enseñanzas de la Iglesia, o el silencio al respecto, en un esfuerzo por proporcionar cuidado pastoral  no es ni cuidado ni es pastoral. Sólo lo que es verdadero puede ser en última instancia pastoral. El abandono de la posición de la Iglesia impide que las personas atraídas al mismo sexo reciban la atención que necesitan y merecen.”

La apostasía de Bergoglio es pública, por lo tanto todo católico está obligado a separarse de ese apóstata y de sus cómplices. Ningún católico tiene excusa de ignorancia. Dios no perdona el pecado de Malicia

La Escritura dice claramente en Hebreos 17:30 que: Dios perdonó la ignorancia de la humanidad en el pasado, pero ahora Dios ordena que todos los que habitan este mundo se arrepientan, y que lo obedezcan sólo a él.

Jesús dijo que por los frutos reconoceríamos a los falsos profetas que contradicen las Leyes de Dios y las enseñanzas inmutables de la Iglesia mientras engañan a la gente hablando en su nombre. Así fue como la astuta serpiente contradijo a Dios para hacer que nuestros padres desobedezcan a Dios. Las Escrituras dicen que el hombre de Pecado e hijo de Perdición usa un poder de seducción satánico para engañar a las masas que aman la mentira y se complacen en el pecado. Los que continúan pecando no han conocido a Dios. Obstinarse en seguir pecado después de conocer la Verdad Revelada (de haber sido confirmados) es pisotear la Sangre de Cristo por la cual fuimos redimidos y es un grave pecado de Blasfemia contra el Espíritu Santo.

Dios no perdona el pecado de Malicia porque es un pecado que se hace con Pleno conocimiento y alevosía. Por eso no perdonó a los ángeles rebeldes que se rebelaron contra El. Los pecados de los sacerdotes son pecados de Malicia. Por eso dice Santa Brigida que el Juicio de Dios comenzara por los Sacerdotes. Así como el sacerdote apóstata Martín Lutero arrastró a muchos a la herejía y la rebelión contra la Iglesia, así el heresiarca Bergoglio está arrastrando a las masas a la rebelión contra Dios.

El Magisterio de la Iglesia excomulga automáticamente a todos los que colaboran con los herejes.

La Voluntad de Dios es nuestra santificación para que nos apartemos de los Pecados de Inmoralidad Sexual. Por eso sólo los puros verán a Dios. Quienes se han dejado engañar por Bergoglio aman más la mentira que el Evangelio de la Salvación de Jesucristo que nos llama a todos al arrepentimiento y a la auténtica conversión a Dios.

Bergoglio desafía las Leyes de Dios y está llevando a las masas a cometer el pecado de Impenitencia Final. Bergoglio está haciendo que los hombres amen el pecado y no se arrepientan, sino que desafíen a Dios hasta la muerte.

Pecado de Impenitencia
Obstinación en el pecado, dureza de corazón para arrepentirse de él.
Impenitencia final

  1. f. Perseverancia en la impenitencia hasta la muerte.

Quienes no se arrepienten y no abandonan el pecado han rechazado a Jesucristo como Redentor, por lo tanto al rechazar el único camino de salvación se condenan.  

Y los pecadores impenitentes en lugar de arrepentirse se rebelan contra las Leyes de Dios apoyados en el apostata Jorge Mario Bergoglio es decir que además comenten el pecado de idolatría reemplazando a Dios por un apostata que abiertamente la ha declarado la guerra a Dios y a la Iglesia.

Capitulo IV
DE LA GRAVEDAD DE LOS PECADOS DEL SACERDOTE
I. GRAVEDAD DE LOS PECADOS DEL SACERDOTE

Gravísimo es el pecado del sacerdote, porque peca a plena luz, ya que pecando sabe bien lo que hace. Por esto decía Santo Tomás que el pecado de los fieles es más grave que el de los infieles, “precisamente porque conocen la verdad” (…). El sacerdote está de tal modo instruido en la ley, que la enseña a los demás: Pues los labios del sacerdote deben guardar la ciencia, y la doctrina han de buscar su boca [Malaquías 2, 7]. Por esta razón dice San Ambrosio que el pecado de quien conoce la ley es en extremo grande, no tiene la excusa de la ignorancia (…). Los pobres seglares pecan, pero pecan en medio de las tinieblas, del mundo, alejados de los sacramentos, poco instruidos en materia espiritual; sumergidos en los asuntos temporales y con el débil conocimiento de Dios, no se dan cuenta de lo que hacen pecando, pues “flechan entre las sombras” [Sal 10, 3], para hablar con el lenguaje de David. Los sacerdotes, por el contrario están tan llenos de luces, que son antorchas, destinadas a iluminar a los pueblos Vosotros sois la luz del mundo [Mt 5, 14].

A la verdad, los sacerdotes han de estar muy instruidos al cabo de tanto libro leído, de tantas predicaciones oídas, de tantas reflexiones meditadas, de tantas advertencias recibidas de sus superiores; en una palabra, que a los sacerdotes se les ha dado conocer a fondo los divinos misterios [Lc 8, 10]. De aquí que sepan perfectamente cuánto merece Dios ser amado y servido y conozcan toda la malicia del pecado mortal enemigo tan opuesto de Dios, que, si fuera capaz de destrucción, un solo pecado mortal, lo destruiría, según dice San Bernardo: “El pecado tiende a la destrucción de la bondad divina” (…); y en otro lugar; “El pecado aniquila a Dios en cuanto puede” (ib). De modo que como dice el autor de la “Obra imperfecta”, el pecado hace morir a Dios en cuanto depende de su voluntad (…). En efecto, añade el P. Medina “el pecado mortal causa tanta deshonra y disgusto a Dios, que si fuera susceptible a la tristeza, lo haría morir de dolor” (…).

Harto conocido es esto del sacerdote y la obligación que sobre él pesa, como sacerdote, de servirle y amarla, después de tantos favores de Dios recibidos. Por esto, “cuanto mejor conoce la enormidad de la injuria, hecha a Dios por el pecado, tanto crece de punto de gravedad de su culpa”, dice San Gregorio.
Todo pecado del sacerdote es pecado de malicia como lo fue el pecado de los ángeles, que pecaron a plena luz. “Es un ángel del Señor, dice San Bernardo, es pecado contra el cielo (…). Peca en medio de la luz, por lo que su pecado, como se ha dicho, es pecado de malicia, ya que no puede alegar ignorancia, pues conoce el mal del pecado mortal, ni puede alegar flaqueza, pues conoce los medios para fortalecerse, si quiere y si no lo quiere, suya es la culpa: Cuerdo dejó de ser para obrar bien [Salmo 35, 4]. “Pecado de malicia, enseña santo Tomás, es el que se comete a sabiendas (…); y en otro lugar afirma que “todo pecado de malicia es pecado contra el Espíritu Santo es pecado contra el Espíritu Santo, dice San Mateo no se (le) perdonará ni en este mundo ni en el venidero [Mt 12, 32]; y quiere con ello significar que tal pecado será difícilmente perdonado, a causa de la ceguera que lleva consigo, por cometerse maliciosamente.

Nuestro Salvador rogó en la cruz por sus perseguidores diciendo: Padre, perdónalo porque no saben lo que hacen [Lc 23, 34]; y esta oración no vale a favor de los sacerdote malos, sino que, al contrario, los condena, pues los sacerdotes saben lo que hacen. Se lamentaba Jeremías, exclamando: ¡Ay, como se ha oscurecido el oro, ha degenerado el oro mejor! [Lam. 4, 1]. Este oro degenerado, dice el cardenal Hugo, es precisamente el sacerdote pecador, que tendría que resplandecer de amor divino, y con el pecado se trueca en negro y horrible de ver, hecho objeto de honor hasta el mismo infierno y más odioso a los ojos de dos que el resto de los pecadores, San Juan Crisóstomo dice que “el Señor nunca es tan ofendido como cuando le ofenden quienes están revestidos de la dignidad sacerdotal” (…).

Lo que aumenta la malicia del pecado del sacerdote es la ingratitud con que paga a Dios después de haberlo exaltado tanto. Enseña Santo Tomas que el pecado crece de peso y proporción de la ingratitud. “Nosotros mismo, dice San Basilio, por ninguna ofensa nos sentimos tan heridos como la que nos infieren nuestros amigos y allegados (…). San Cirilo llama precisamente a los sacerdotes: familiares intimo de Dios. “¿Cómo pudiera Dios exaltar más al hombre que haciéndolo sacerdote?”, pregunta san Efrén. ¿Qué mayor nobleza, qué mayor honor puede otorgarle de las almas y dispensador de los sacramentos? Dispensadores de la casa real llama San Prospero a los sacerdotes. El Señor eligió al sacerdote, entre tantos hombres, para que fuera su ministro y para que ofreciese sacrificio a su propio Hijo [Eclo 45, 20]. Le dio omnímodo sobre el Cuerpo de Jesucristo; le puso en las manos las llaves del paraíso; lo enalteció sobre todos los reyes de la tierra y sobre todos los ángeles del cielo, y, en una palabra, lo hizo Dios en la tierra. Parece que Dios dice solamente al sacerdote: “¿Qué más cabía hacer a mi viña que yo no hiciera con ella?” [Is 5, 4]. Además, ¡qué horrible ingratitud, cuando el sacerdote tan amado de Dios le ofende en su propia casa! ¿Qué significa mi amado en mi casa mientras comete maldades? [Jer 11, 15], pregunta el Señor por boca de Jeremías. Ante esta consideración, se lamenta San Gregorio diciendo: “¡Ah Señor¡”, que los primeros en perseguirnos son los que ocupan el primer rango en vuestra Iglesia (…).

Precisamente de los malos sacerdote parece se queja el Señor cuando clama al cielo y a la tierra para que sean testigos de la ingratitud de sus hijos para con El: Escuchad cielos, y presta oído tierra, pues es Yahveh quien habla; hijos he criado y engrandecido, pero se han rebelado contra mí [1S 1, 2]. ¿Quiénes, en efecto, son estos hijos más que los sacerdotes, que habiendo sido sublimados por Dios a tal altura y alimentados en su mesa con su misma carne, se atrevieron luego a despreciar su amor y su gracia? También de esto se quejó el Señor por boca de David con estas palabras: Si afrentados me hubiera un enemigo yo lo soportaría [Salmo 54, 3]. Si un enemigo mío, un idolatra, un hereje, un seglar, me ofendiera, todavía lo podría soportar; pero ¿cómo habré de poder sufrir el verme ultrajado por ti, sacerdote, amigo mío y mi comensal? Mas fuiste tú el compañero mío, mi amigo y confidente; con quien en dulce amistad me unía [Sal 54, 14.15]. Se lamentaba de esto Jeremías, diciendo: “Quienes comían manjares delicados han perecido por las calles: los llevados envueltos en púrpura abrazaron las basuras [1 Pedro 11, 9; Ex 19, 6]. ¡Qué miseria y que horror!, exclama el profeta; el que se alimentaba con alimentos celestiales y vestía de púrpura, se vio luego cubierto de un manto manchado por los pecados, alimentándose de basuras estercolares… Y San Juan Crisóstomo, o sea el autor de la “Obra imperfecta”, añade: «Los seglares se corrigen fácilmente, en cuanto que los sacerdotes, si son malos, son a la vez incorregibles»

II. CASTIGOS DEL PECADO DEL SACERDOTE
Consideremos ahora el castigo reservado al sacerdote pecador, castigo que ha de ser proporcionado a la gravedad de su pecado. Mandará lo azoten en su presencia con golpes de número proporcionado a su culpabilidad [Deut 25, 2], dice el Señor en el Deuteronomio. San Juan Crisóstomo tiene ya por condenado al sacerdote que durante el sacerdocio comete un solo pecado mortal: “Si pecas siendo hombre particular, tu castigo será menor, pero si pecas siendo sacerdote estás perdido”. Y a la verdad que son por boca de Jeremías contra los sacerdotes pecadores: Porque incluso el profeta y el sacerdote se han hecho impíos; hasta en mi propia casa he descubierto su maldad, declara Yahveh. Por esto su camino será para ellos resbaladero en tinieblas: serán empujados y caerán en él [Jer. 23, 11-12]. ¿Qué esperanza de vida daríais, sobre un terreno resbaladizo, sin luz para ver donde pone el pie mientras, de vez en cuando, le dieran fuertes empujones para hacerlo despeñar? Tal es el desgraciado estado en que se halla el sacerdote que comete un pecado mortal. Resbaladero en tinieblas: el sacerdote, al pecar pierde la luz y queda ciego: Mejor les fuera, dice San Pedro, no haber conocido el camino de la justicia que, después de haberlo conocido, volverse atrás de la ley santa a ellos enseñada [2 Petr. 2, 21]. Más le valdría al sacerdote que peca ser un sencillo aldeano ignorante que no entendiese de letras. Porque después de tantos sermones oídos y de tantos directores, y de tantas luces recibidas de Dios, el desgraciado, al pecar y hollar bajo sus plantas todas las gracias de Dios recibidas, merece que la luz que le ilustró no sirva más que para cegarlo y perderlo en la propia ruina. Dice San Juan Crisóstomo que “a mayor conocimiento corresponde mayor castigo, añade que por eso el sacerdote las mismas faltas que sus ovejas no recibirá el mismo castigo, sino mucho más duro” (…).

El sacerdote cometerá el mismo pecado que muchos seglares, pero su castigo será mucho mayor y quedará más obcecado que esos seglares, siendo castigado precisamente como lo anuncia el profeta : Escuchad, pero sin comprender, y ver, más sin entender [Lc 8, 10]. Esto es lo que nos enseña la experiencia, dice el autor de la “Obra imperfecta”: “El seglar después del pecado se arrepiente”. En efecto, si asiste a una misión, oye algún sermón fuerte, o medita las verdades eternas acerca de la malicia del pecado, de la certidumbre de la muerte, del rigor del juicio divino o de las penas del infierno, entra fácilmente en sí mismo y vuelve a Dios, porque, como dice el Santo, “esas verdades le conmueven y le aterran como algo nuevo”, al paso que al sacerdote que ha pisoteado la gracia de Dios y todas las gracias de Él recibida, ¿qué impresión le pueden causar las verdades eternas y las amenazas de las divinas Escrituras? Todo cuanto encierra la Escritura, continua el mismo autor, todo para él está gastado y sin valor; por lo que concluye que no hay cosa más imposible que esperar la enmienda del que lo sabe todo y, a pesar de ello peca (…). “Muy grande es, dice San Jerónimo, la dignidad del sacerdote, pero muy grande es también su ruina si en semejante estado vuelve la espalda a Dios” (…). “Cuánto mayor es la altura a que le sublimó Dios, dice San Bernardo, tanto mayor será el precipicio” (…). “Quien se cae del mismo suelo, dice san Ambrosio, no se suele hacer mucho daño, pero quien cae de lo alto no se dice que cae, sino que se precipita, y por eso la caída es mortal” (…). Alegrémonos, dice San Jerónimo, nosotros los sacerdotes, al vernos en tal altura, pero temamos por ello tanto más la caída” [In Ez. 44].

Diríase que Dios habla a solos sacerdotes cuando dice por boca de Isaías: Te había colocado en la santa montaña de Dios y te he destruido [Ez. 28, 14. 16]. ¡Oh sacerdote!. Dice el Señor, yo te había colocado en mi monte santo para que fuera luz del mundo: Vosotros sois la luz del mundo. No puede esconderse una ciudad puesta sobre la cima de un monte [Mt 5, 14]. Sobrada razón, por lo tanto, tenía San Lorenzo Justiniano para afirmar que “cuanto mayor es la gracia concedida por Dios a los sacerdotes, tanto más digno de castigo es su pecado, y que cuanto más alto es el estado a que se le ha sublimado, tanto será más mortal la caída”. “El que se cae al río, tanto más profundo cae cuanto de más arriba fue la caída” (…).

Sacerdote mío, mira que habiéndote Dios exaltado tan alto al estado sacerdotal te ha sublimado hasta el cielo, haciéndote hombre no ya terreno, sino celestial; si pecas cae del cielo, por lo que has de pensar cuán funesta será tu caída, como te lo advierte San Pedro Crisólogo: “¿Qué cosa más alta que el cielo?; pues del cielo cae quien peca entre las cosas celestiales” (…). “Tu caída, dice San bernardo, será como la del rayo, que se precipita impetuoso” (…); es decir, que tu perdición será irreparable [Jer 21, 12]. Así, desgraciado, se verificará contigo la amenaza con que el Señor conminó a Cafarnaúm. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el infierno serás hundida! [Lc 10, 15]. Tan gran castigo merece el sacerdote pecador por la suma ingratitud con que trata a Dios. “El sacerdote está obligado a ser tanto más agradecido cuanto mayores beneficios a recibido”, dice San Gregorio (…). “El ingrato merece que se le prive de todos los bienes recibidos”, como observa un sabio autor. Y el propio Jesucristo dijo: A todo el que tiene se le dará y andará sobrado; más al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado [Mt 25, 29]. Quien es agradecido con Dios, obtendrá aún más abundante gracias; pero el sacerdote que después de tantas luces, tantas comuniones, vuelve la espalda, desprecia todos los favores recibidos de Dios y renuncia a su gracia, será en todo justicia privado de todo. El Señor es liberal con todos, pero no con los ingratos. “La ingratitud, dice San Bernardo, seca la fuente de la bondad divina (…). De aquí nace lo que dice San Jerónimo, que “no hay en el mundo bestia tan cruel como el mal sacerdote, porque no quiere dejarse corregir” (…). Y San Juan Crisóstomo, o sea el autor de la “Obra imperfecta”, añade: “Los seglares se corrigen fácilmente, en cuanto que los sacerdotes, si son malos, son a la vez incorregibles” (…).

A los sacerdotes que pecan se aplican de modo especial, según el parecer de San Pedro Damiano (…), estas palabras del Apóstol: A los que una vez fueron iluminados y fueron hechos participes del Espíritu Santo y gustaron la hermosa palabra de Dios… y recayeron, es imposible renovarlos segunda vez, convirtiéndolos a penitencia cuando ello, cuanto es de su parte, crucifican de nuevo al Hijo de Dios [Hebr 6, 4, 6]. ¿Quién en efecto, más iluminado que el sacerdote, ni paladeó, como él, los dones celestiales, ni participó tanto del Espíritu Santo? Dice Santo Tomás que los ángeles rebeldes quedaron obstinados en su pecado en plena luz; y así también, añade San Bernardo, será tratado por Dios el sacerdote, hecho como ángel del Señor y, como él, elegido o reprobado” (…).

Reveló el Señor a Santa Brigida que atendía a los paganos y a los judíos, pero que no encontraba nada peor que los sacerdotes, pues su pecado es como el que precipitó a Lucifer (…). Nótense aquí las palabras de Inocencio III: “Muchas cosas que son veniales tratándose de seglares, son mortales entre los eclesiásticos (…).

A los sacerdotes también se aplican estas otras palabras de San Pablo: La tierra que bebe la lluvia que frecuentemente cae sobre ella, si produce plantas provechosas a aquellos por quienes es además labrada, participa de la bendición de parte de Dios; más la que lleva espinas y abrojos es reprobadas y cerca de ser maldecida, cuyo paradero es ir a las llamas [Hebr 6, 7.8]. ¡Qué lluvia de gracias ha recibido continuamente el sacerdote de Dios!; y luego, en vez de frutos, produce abrojos y espinas y de recibir maldición final, para ir, en el fuego del infierno. Pero ¿y qué temor tendrá del fuego del infierno el sacerdote que tantas veces volvió las espaldas a Dios? Los sacerdote pecadores pierden la luz, como hemos visto, y con ella pierden el temor de Dios, como el propio Señor lo da a entender: Y si soy Señor, ¿dónde el temor que me es debido?, dice Yahveh Sebaot a vosotros, sacerdotes, menospreciadores de mi nombre [Mal. 1, 6]. Dice San Bernardo que “los sacerdotes como caen de gran altura, quedan sumergidos en su malicia, pierden el recuerdo de Dios y se vuelven sordos a todas las amenazas de la justicia divina, hasta el punto de que si siquiera el peligro de su condenación llegue a conmoverlos (…). Pero ¿a qué extrañarse de ello? El sacerdote pecador cae al fondo del abismo, donde, privado de luz, llega a despreciarlo todo, aconteciéndole lo que dice el sabio: Cuando llega el mal, viene el desprecio, y con la ignominia el oprobio [Pro. 18. 3]. Este mal es el del sacerdote que peca por malicia, cae en el profundo de la miseria y queda ciego, por lo que desprecia los castigos, las admoniciones, la presencia de Jesucristo, que tiene junto así en el altar, y no se avergüenza de ser peor que el traidor Judas, como el Señor se lamentó con Santa Brígida: Tales sacerdotes no son sacerdotes míos, sino verdaderos traidores (…). Sí, porque abusan de la celebración de la misa para ultrajar más cruelmente a Jesucristo con el sacrilegio. Y ¿cuál será, finalmente, el termino infeliz de tal sacerdote? Helo aquí: En país cosas de justas cometerá iniquidad, y no verá la Majestad de Yahveh [Is 26, 10]. Su fin será, en una palabra, el abandono de Dios y luego el infierno. -Pero Padre, dirá alguien, este lenguaje es en extremo aterrador ¿Qué? ¿Nos quieres hacer desesperar? Responderé con San Agustín: “Si aterro, es que yo mismo estoy aterrado” (…). Pues dirá el sacerdote que por desgracia hubiera ofendido a Dios en el sacerdocio, ¿ya no habrá para mi esperanza de perdón? No; lejos de mí afirmar esto; hay esperanza si hay arrepentimiento, y se aborrece el mal cometido. Sea este sacerdote sumamente agradecido al Señor si uno se ve asistido de su gracia, y apresúrese a entregarse cuando le llama según aquello de San Agustín: “Oigamos su voz cuando nos llama, no sea que no nos oiga cuando esté pronto a juzgarnos (…).