
Destaca la afirmación de Francisco de que San Francisco (+1226) evitó en su encuentro con el sultán una “guerra dialéctica mediante la imposición de doctrinas”. Viganò llama a este alegato una falsificación de la historia, porque el santo trató de convertir al sultán. Para Viganò, Francisco es un “falsificador de la realidad” que “miente con una inmediatez que no conoce igual”.
El arzobispo advierte una grave malinterpretación del concepto de “hermandad”, cuando Francisco afirma que la “hermandad” se hace realidad por la pertenencia a la humanidad. Pero la verdadera hermandad es sólo posible al tener a Dios como Padre a través de la incorporación en Cristo.
La parte insoslayable de Hermanos Todos sobre el coronavirus confirma, para Viganò, la esclavitud de Francisco a la agenda globalista.
Resume la encíclica diciendo que ésta constituye el “manifiesto ideológico” de Bergoglio, su “Professio fidei massonicae”, su candidatura para la “presidencia de la Religión Universal” y su presentación como “sirvienta del Nuevo Orden Mundial”.