San Beda: Perverso maestro es el diablo, que mezcla muchas veces lo falso con lo verdadero, para encubrir con apariencia de verdad el testimonio del engaño. ( Catena Aurea, vol. IV, p. 76).
- Dicen un error o ambigüedad contra la fe y luego presentan la doctrina católica para disimular su perniciosa doctrina.
- Afirman y niegan a la vez y se contradicen.
En la bula Auctorem Fidei, el Papa Pío VI condenó este método utilizado comúnmente en todas las épocas por los herejes como Bergoglio:
“Sabían los novadores muy bien el astuto arte de engañar. Los cuales temiendo ofender los oídos católicos, cuidan ordinariamente de disimularlos con fraudulentos artificios de palabras, para que en medio de una variedad de sentidos con mayor suavidad se introduzca en los ánimos el error oculto , y suceda , que corrompida por una ligerísima adición ó mudanza, la verdad de la sentencia, pase sutilmente y cause la muerte aquella doctrina que obraba la salud.. Y a la verdad, este modo solapado y falaz de discurrir, aunque en todo género de oración es vicioso, mucho menos debe tolerarse en un Sínodo [el de Pistoya] cuya especial alabanza es el observar, cuando enseña, tal claridad en el decir, que no deje peligro alguno de tropezar. Y por tanto, si en este genero de cosas se llegase a cometer error, no se pueda defender con aquella engañosa excusa que suele darse, de que lo que tal vez con descuido se dijo en una parte con mayor dureza, se halla en otros lugares, y más claramente explicado y aun corregido, como si esta descarada licencia de afirmar, y negar y contradecirse según su voluntad, que fue siempre la fraudulenta astucia de los novadores para sorprender con el error, fuese la propia para en vez de descubrirle, para ocultarle : ó como si especialmente á los indoctos que por casualidad viniesen á dar con ésta ó la otra parte del Sínodo, que á todos se presenta en lengua vulgar, les hubiesen de ocurrir siempre aquellos otros lugares dispersos que deberían mirarse, ó aun vistos estos, tuviese cualquiera bastante instrucción para conciliarlos por sí mismo, de suerte que, como aquellos falsamente y sin consideración dicen, puedan huir todo peligro de error. Artificio á la verdad perniciosísimo de introducir el error que con sabia penetración fue descubierto ya antes en las cartas de Nestorio, Obispo de Constantinopla, y al que refutó con reprensión gravísima nuestro predecesor Celestino; en las cuales cartas siguiéndole los pasos á aquel taimado, cogido y puesto en evidencia, armado de su locuacidad, cuando envolviendo en tinieblas lo verdadero, y volviendo después a confundir uno y otro, ó confesaba lo que había negado , ó pretendía negar lo que había confesado.
Para rebatir estas astucias renovadas con demasiada frecuencia en todas las edades no se ha hallado otro camino mas acomodado que el exponer las sentencias, que embozadas con la ambigüedad, encierran una peligrosa y sospechosa diversidad de sentidos, notar la siniestra inteligencia á que está anexo el error que reprueba la sentencia católica.
El cual método lleno de moderación, Nos con tanto mas gusto le hemos abrazado, cuanto..
(Bula Auctorem Fidei, de Pío VI .contra los errores del Sínodo de Pistoia. Subrayados nuestros)
San Ambrosio (340-397)
«Incluso los herejes parecen poseer a Cristo, porque ninguno de ellos niega el nombre de Cristo. Sin embargo, cualquiera que no confiese todo lo que pertenece a Cristo de hecho niega a Cristo».