Bergoglio hace equipo con sus hermanos heréticos jesuitas liberales para destruir a la Iglesia.

Por George Neumayr. THE AMERICAN SPECTATOR. 5 de Julio de 2017. El Papa Francisco hace equipo con sus hermanos jesuitas liberales para destruir a la Iglesia.

Jorge Bergoglio es el primer jesuita en convertirse en Papa y puede que termine siendo el último a la luz de los estragos que ha traído para la destrucción de la Iglesia. Aunque nadie sabe a ciencia cierta, después de todo, ha estado llenando el Colegio Cardenalicio de sus amistades liberales en la esperanza de la elección de un clon modernista en el próximo cónclave.

En cualquier caso, ha sido excesivamente temerario que los cardenales hayan escogido un jesuita para dirigir a la Iglesia en este preciso momento en que ésta orden religiosa es la más corrupta y teológicamente equivocada. Este sólo hecho dejará investigando el declive y caída de la Iglesia Moderna a los historiadores Gibbonianos del futuro.

Bergoglio ingresó en la orden jesuita durante el tiempo en que entró el fermento revolucionario del “espíritu” del Vaticano II precisamente por su deseo de impulsar una revolución liberal en la Iglesia. Siendo un activista político de izquierda enseñado por un comunista de Paraguay, Bergoglio naturalmente gravitó hacia los jesuitas, que habían abandonado la ortodoxia por la “justicia social” (es decir la promoción del socialismo) y tendencias psicologistas. No deberían sorprender a nadie las icónicas frases proferidas durante su pontificado – “¿Quién soy yo para juzgar?” y “la falta de igualdad es la raíz de todo mal” – siendo que son pronunciadas por un jesuita latinoamericano inmerso en el liberalismo de los años 60.

El Papa Francisco se ha definido a sí mismo como “indisciplinado” lo cual lo convierte en alguien fuera de lugar para la orden militar fundada por San Ignacio de Loyola. Pero en los años 60 esta falta de disciplina es la que lo hizo el miembro ideal. Los jesuitas se ocuparon en dar la espalda a San Ignacio y a su “afán reaccionario”. Los Ejercicios Ignacianos fueron remplazados por obras de Sigmund Freud. Estos jesuitas del Vaticano II se hicieron famosos por sus invitaciones a psicólogos destructivos, como Carl Rogers, para hacer seminarios para ellos, tratando “terapia no directiva” (el arrepentido asistente de Carl Rogers alguna vez me mencionó que el propósito de estas sesiones era “hacer sentir bien a los sacerdotes por ser malos”).

Pedro Arrupe, el desastrosamente permisivo líder de los jesuitas conforme se hacía inmersivo su paso al socialismo y a la moralidad moderna de los años 60 y 70, vio a Bergoglio ascender como estrella del liberalismo dentro de la orden y lo ascendió hasta el puesto más alto en Argentina a penas a la edad de 36 años. Arrupe usó a Bergoglio como una de sus manos liberalistas contra los jesuitas conservadores. Durante una reunión mundial de los jesuitas a inicios de los años 70, en la que Arrupe alabó y bendijo la trayectoria liberal de la orden, pidió a Bergoglio que se expulsase a unos jesuitas españoles que había solicitado al Vaticano ayuda contra la dictadura modernista de Arrupe, cosa que Bergoglio atendió.

Si es que el futuro pronostica retroactivamente con su sombra, como solía decir Malcolm Muggeridge, uno observa una prueba de esto en dichos detalles biográficos. Bergoglio estuvo en el suelo durante el comienzo de la revolución en la Iglesia y escaló en el tiempo hasta que alcanzó el papado. Una vez seguro en el puesto, comenzó a asignar a sus amistades liberales de revolucionarios jesuitas.

“Nunca fui un hombre de derecha”, dijo en una entrevista de edición jesuita – misma entrevista en la cual declaró que la Iglesia está “obsesionada” con el tema del aborto y el matrimonio sodomita.

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El jesuita Antonio Spadaro, uno de los consejeros más cercanos de Francisco, fue quien condujo el curso de dicha entrevista. Spadaro es abiertamente heterodoxo, llegando a decir su famosa afirmación de que bajo el pontificado de Francisco dos más dos ya no suma cuatro. En otras palabras, la nueva ortodoxia es la heterodoxia.

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No pasa un mes sin que recibamos un anuncio de la promoción de tal o cual hereje jesuita recibiendo una importante promoción por el Papa Francisco, como el comunista y relativista venezolano [Arturo Sosa] que Francisco ha instalado como cabeza de la orden.

 

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En Abril, el Papa Francisco nombró al jesuita James Martin – quien recientemente ha publicado un libro desdeñando la enseñanza de la Iglesia respecto al comportamiento homosexual – consultor de la Secretaría de Comunicaciones del Vaticano. Martin lleva consigo pesadas credenciales; habiendo por ejemplo servido alguna vez como capellán del Colbert Report.

En fechas recientes el Papa Francisco expulsó a la cabeza de la congregación doctrinal de la Iglesia – el Cardenal Gerhard Müller, quien provocó la molestia de Francisco al rechazar la Comunión a los adúlteros – y lo remplazó con un arzobispo jesuita español de nombre Luis Ladaria.

Un emocionado New York Times acudió al mencionado James Martin para clarificación en respecto a esto. “Esto da al Papa finalmente la oportunidad de poner a un hombre propio en ese puesto tan importante”, dijo Martin. “Para muchos admiradores de Benedicto, el Cardenal Müller era el último nexo con la práctica de Benedicto”.

 

[Traducido por Cruz Galgani. DominusEstBlog.wordpress.com. Artículo original]

 

SOBRE EL AUTOR

George Neumayr es el autor del libro The Political Pope (El Papa Político)

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