Charles de Foucauld advirtió a los cristianos en Francia sobre el Islam y la responsabilidad de evangelizar a los musulmanes, pero fue ignorado.

La Salette Journey

Paul Anthony Melanson Mayo 15, 2017

Yves Mamou escribe :

 «Durante la guerra fría con la Unión Soviética, se les llamó» idiotas útiles «, que no eran miembros del Partido Comunista, sino que trabajaban, hablaban y apoyaban las ideas de Lenin y Stalin. En el siglo XXI, el comunismo está finalmente muerto, pero el islamismo ha crecido y lo está reemplazando como una amenaza global.

 Al igual que el comunismo, el islamismo – o totalitarismo islámico – ha estado recolectando sus «infieles útiles» de la misma manera en que el comunismo recolectó sus idiotas útiles. Hay, sin embargo, una diferencia importante: bajo la Unión Soviética, los idiotas útiles eran intelectuales. Ahora, los infieles útiles son políticos, y uno de ellos puede ser elegido presidente de Francia hoy. [Esto fue escrito horas antes de los resultados de la elección en Francia].

Emmanuel Macron, infiel útil, no es partidario del terrorismo ni del islamismo. Es peor: ni siquiera ve la amenaza. A raíz de los horrendos ataques del 13 de noviembre de 2015 en París, Macron dijo que la sociedad francesa debe asumir una «responsabilidad» en el «suelo en el que el yihadismo prospera».

‘Alguien, con el pretexto de que tiene una barba o un nombre que podríamos creer que es musulmán, tiene cuatro veces menos probabilidades de tener un trabajo que otro que no es musulmán,’ añadió. Viniendo de la dirección de Siria y armado con un Kalashnikov y un cinturón de explosivos sería, según él, un gesto de rencor de los desempleados a largo plazo?

Macron se aproxima a acusar a los franceses de ser racistas e ‘islamófobos’. «Tenemos una parte de responsabilidad», advirtió, «porque este totalitarismo se alimenta de la desconfianza que hemos permitido establecer en la sociedad … y si mañana no nos cuidamos, los dividirá aún más».

En consecuencia, dijo Macron, la sociedad francesa «debe cambiar y ser más abierta». ¿Más abierta a qué? al Islam, por supuesto.

charles-de-foucauldEn 1912, Charles de Foucauld escribió a Marie de Bondy: «Oren también por todos los musulmanes de nuestro imperio africano, que ahora es tan vasto … El tiempo presente es grave para sus almas como para Francia.» Durante los ochenta años que Argel ha sido nuestro hemos estado tan poco preocupados por la salvación de las almas de los musulmanes que podemos decir que no hemos tenido ninguna preocupación en absoluto, ni nos hemos preocupado por gobernarlos bien o por civilizarlos. Se han mantenido en un estado de  sumisión y eso es todo: si los cristianos de Francia no reconocen que tienen el deber de evangelizar sus colonias, es una falta por la cual serán llamados a rendir cuentas, y será la causa de las masivas perdidas de almas que podrían ser salvas. Si Francia no administra a los nativos de su colonia mejor de lo que lo ha hecho, la perderá con el resultado de que estas personas retrocederán  a la barbarie con toda esperanza perdida para evangelizarlos durante mucho, mucho tiempo».

Y al capitán Pariel escribió: «Dentro de cincuenta años este Imperio Africano será una magnífica extensión de Francia, pero si tratamos a estas personas, no como hijos, sino como material para la explotación, la unión que les habremos dado se volverá contra nosotros y nos arrojarán al mar. «

Carlo_di_Gesu-Charles_de_FoucauldEn la víspera de su martirio, Foucauld emitió una última advertencia que llegó en forma de una carta al duque de Fitzjames: «Mi pensamiento es que si los musulmanes de nuestro imperio colonial no se convierten, surgirá un movimiento nacionalista similar al de Turquía. Si somos incapaces de hacer franceses a estos pueblos, nos perseguirán, y la única manera de que se hagan franceses es que se vuelvan cristianos».

Macron no estaría de acuerdo. Y Francisco tampoco ver aquí. Y Francia, como resultado, seguirá ignorando las advertencias proféticas de Charles de Foucauld, mientras que es destrozada por la violencia islámica.

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Profesor censurado y amenazado por citar a Don Bosco sobre el Islam en colegio católico.

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mark_smythe_teacherHecho # 1: Mark Smythe es un profesor católico muy querido en la Escuela Católica de la Santísima Trinidad en Ocala, Florida. Recientemente utilizó la escritura de San Juan Bosco sobre el Islam en su clase de estudios sociales de sexto grado.

 Hecho # 2: El izquierdista Huffington Post descubrió que los escritos de San Juan Bosco eran críticos del Islam y de inmediato se hizo público, atacando al maestro por compartirlos.

 Hecho # 3: Según informes, la Oficina del Superintendente de Escuelas Católicas -con el apoyo del Departamento de Recursos Humanos de la Diócesis de Orlando- no sólo reprendió al Sr. Smythe por citar a San Juan Bosco en clase, sino que también amenazó con despedirle de su trabajo. (The Catholic World Report)

 Tú y yo no podemos permitir que la enseñanza católica sea CENSURADA y prohibida en las escuelas católicas.

 Apoye a Mark firmando esta petición. Por favor pidamos cortésmente al Superintendente de Escuelas Católicas de la Diócesis de Orlando que mantenga al Sr. Smythe como un maestro.

 Puedes firmar tu petición pidiendo que no se despida al Sr. Smythe aquí

Sr. Henry Fortier
Superintendente de Escuelas Católicas
Diócesis de Orlando
Teléfono: 407-246-4905
Correo electrónico: HFortier@orlandodiocese.org


don bosco contra el islam

San Juan Bosco escribió en contra del Islam:
“Demasiado extenso sería el referirles todo aquello que las historias cuentan de este famoso impostor (…) la religión de Mahoma consiste en una monstruosa mezcla de judaísmo, de paganismo y de cristianismo. Mahoma propagó su religión, no con milagros o con la persuasión de las palabras, sino más bien con la fuerza de las armas. Religión que, favoreciendo toda suerte de libertinaje, en poco tiempo convirtió a Mahoma en jefe de una tropa de bandoleros. Junto con éstos recorría los países de Oriente ganándose los pueblos, no con el darles a conocer la Verdad, no con milagros o profecías; sino como único argumento el levantar la espada sobre la cabeza de los vencidos gritando: o creer o morir”.

Bergoglio acusó a los presos políticos que combatieron contra el comunismo de crímenes de Lesa Humanidad mientras defendió a terroristas marxistas

En Cuba, Bergoglio se negó a visitar a los presos políticos que se opusieron al sistema totalitario comunista castrista, en el Vaticano también se negó a recibir a las esposas y madres de los presos politicos de Venezuela que han combatido contra el sistema totalitario comunista opresor de Chaves y Maduro y siendo cardenal colaboró  con el marxismo , declarando para condenar  a los argentinos que se opusieron al terrorismo marxista, como criminales de Lesa Humanidad.

no fueron recibidas en el vaticano catolicas venezolanas

Es decir que para Bergoglio los únicos presos politicos para los que pide misericordia son los terroristas marxistas como la delincuente Milagro Sala y los que se opusieron al terrorismo marxista los acusa de crímenes de Lesa Humanidad para los que pide Venganza y que caiga  todo el peso de la Ley.

Víctor Fernández: “En estos casos, el Papa dice que hay que aplicar la ley sin atenuantes”.

La Nación: “Francisco ya habló varias veces sobre los temas relacionados con la dictadura. Siempre insiste en que no hay que pedir impunidad y que, especialmente en los delitos de lesa humanidad, hay que aplicar la ley sin atenuantes.”

Los que combatieron contra el comunismo castrista en Cuba, Venezuela y Argentina no son esos “hermanos en el Bautismo y en  la humanidad” ni  pertenecen a los “descartados” de la sociedad, los “desheredados e infelices, a los que se les ha robado el presente, de los excluidos y abandonados a los que se les niega el futuro, de los huérfanos y las víctimas de la injusticia a los que no se les permite tener un pasado” de los que habla Bergoglio, sino delincuentes marxistas como Milagro Sala y las subversivas asesinas marxistas Madres de la Plaza de Mayo. Aquí si no cabe recordar  las Palabras de Jesús   «Les aseguro que todo lo que hicieron con mis hermanos lo hicieron conmigo».

Francisco y el Terrorismo Marxista – Xavier De Bouillon

Francisco recibe a Hebe de Bonafini sin que ella se arrepienta y no quiere recibir ni a las Víctimas del Terrorismo Marxista ni a los Familiares de los Presos Políticos en Argentina.

Entrevista del Mundo con Berta Soler, líder de las Damas de Blanco

‘El Papa no habló ni de libertad ni de derechos humanos en Cuba’

Catapulta:
Es decir que para “Tucho” la rigidez “buena” es “aplicar la ley sin atenuantes” a los combatientes que defendieron al Estado nacional en la década del 70, pero nunca a los guerrilleros que pretendían conquistarlo,-apoyados desde Cuba-para implantar una tiranía comunista. En esa batalla cayeron los mártires Genta y Sacheri, cuya memoria es inexistente para la Iglesia argentina de hoy. (¿Estará todavía en algún pasillo de la UCA el retrato de Carlos?)

Bergoglio está excomulgado Latae sententiae por colaborar con el marxismo.

Bergoglio escondió libros marxistas en la Biblioteca de los Jesuitas y escondió a los subversivos marxistas utilizando los ejercicios espirituales como fachada para sacarlos del País.

Dr. Antonio Caponnetto lunes, 31 de mayo de 2010
MARXISTAS BUENOS Y CATÓLICOS MALOS

En plena concordancia con lo hasta aquí exhibido —reiterémoslo: una pseudohumildad grotesca y un criptojudaísmo vergonzoso— Bergoglio saca a relucir su tercera obsesión. Consiste la misma en mostrarse ponderativo y encomiástico con los enemigos de la Iglesia, omitiendo todo el vejamen y todo el daño inmenso que los mismos le han infligido y le siguen infligiendo a la Esposa de Cristo. En el trazo maniqueo de su criterio —que él pretende encubrir bajo las apariencias de lo ecuánime— a este polo de positividad sólo puede oponérsele uno de simétrica negatividad; y el mismo, curiosamente, está encarnado en los católicos. No en todos, claro, sino en los “fundamentalistas”. Hablemos claro: en los católicos ortodoxos.

Un primer ejemplo de bondad enemiga lo constituye Esther Balestrino de Careaga.

Para quienes no lo sepan, esta mujer –junto con todo su grupo familiar- era una activa militante del terrorismo marxista, procedente del Paraguay. Bajo el sosías de “Teresa” integró las primeras células que constituyeron la Agrupación Madres de Plaza de Mayo, recibiendo hasta hoy los homenajes laudatorios incesantes de la desaforada Hebe de Bonafini. (cfr. vg.)

No creemos que en la Argentina del presente haya un solo ciudadano que necesite que se le explique —cualquiera sea su posición ideológica— cuál es la verdadera misión que han cumplido y cumplen las llamadas “Madres de Plaza de Mayo”. Su adscripción a la guerrilla marxista internacional, y no sólo argentina, es explícita, frontal, sostenida, virulenta y particularmente belicosa.

Pero para Bergoglio, esta “simpatizante del comunismo” (sic) se trató de “una mujer extraordinaria”, a quien “quería mucho […] Me enseñaba la seriedad del trabajo. Realmente le debo mucho a esta mujer […] Fue raptada junto con las desparecidas monjas francesas. Actualmente está enterrada en la Iglesia de Santa Cruz” (pág. 34). “Tanto me enseñó de política” (pág. 147-148).

Iniquidades de los tiempos de los que Su Eminencia deberá rendir cuentas. No hay templos que alberguen los cuerpos acribillados de los civiles o militares católicos a quienes abatió el odio criminal del Comunismo. Pero una iglesia puede ser entregada a las bandas erpianas y montoneras, para que la conviertan en su bastión y en su cementerio. Y el responsable de tamaña profanación lo vive como un logro y una fiesta.

La segunda bondad encarnada es, para Bergoglio, la mismísima Bonafini. Los periodistas se la mencionan dándole pie para alguna observación crítica, para algún llamado tenue de atención, para algún módico tirón de orejas, habida cuenta de la aversión patológica que esta infame mujer viene desplegando desde hace décadas, cada vez con más desenfreno e insolencia.

“Hay también quienes ven actitudes de revanchismo”, le espetan los escribas. “Por caso, la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini”. Lo que le están queriendo preguntar es, en suma, si actitudes rencorosas y vengativas como la de este monumento al odio “ayudan a la búsqueda de la reconciliación” (pág. 139). Y se lo están inquiriendo, no un par de macartistas, sino dos mascarones de proa de la izquierda nativa, de los tantos que hoy se sienten perturbados ante esta abisal frankenstein que han creado y ya no pueden controlar.

El Cardenal no admite las premisas implícitas y explícitas contenidas en el interrogante de los reporteros. Quien ya ha hecho el elogio de los desaparecidos, como si la condición de tal probara su inocencia y la justicia de su causa, justificará ahora plenamente a Bonafini: “Hay que ponerse en el lugar de una madre a la que le secuestraron sus hijos y nunca más supo de ellos, que eran carne de su carne; ni supo cuánto tiempo estuvieron encarcelados, ni cuántas picaneadas, cuántos latigazos con frío soportaron hasta que los mataron, ni cómo los mataron. Me imagino a esas mujeres, que buscaban desesperadamente a sus hijos, y se topaban con el cinismo de autoridades que las basureaban y las tenían de aquí para allá. ¿Cómo no comprender lo que sienten?” (pág. 139).

Hubo otras muchas mujeres —esposas, madres, hijas, novias, hermanas— a quienes los múltiples retoños de Bonafini asesinaron a mansalva. Mujeres cuyo dolor no subsidió el Estado, cuyo luto no financió la Internacional Socialista, cuyo llanto no rentaron los terrorismos estatales soviético o cubano, cuya venganza monstruosa no prohijó el oficialismo, cuyo rencor satánico no respaldó la jurisprudencia del Poder Mundial. Para estas mujeres heridas, anónimas y silentes, a quienes las actuales autoridades “basurean”, Su Eminencia no tiene una palabra de comprensión ni de consuelo. Tampoco para los cientos de soldados arbitrariamente detenidos por la tiranía kirchnerista, detrás de cada uno de los cuales existen otras muchas centenas de mujeres –católicas prácticas en gran número- a quienes se les ha cercenado la jefatura del hogar.

Hay más “buenos” previsibles nombrados al pasar. Angelelli, Mugica, los palotinos, las monjas francesas, los curas tercermundistas con el Padre Pepe Di Paola a la cabeza (pág. 106), los grandes heresiarcas “Hesayne, Novak y De Nevares” (pág. 140), los “teólogos de la liberación” que “se comprometieron como lo quiere la Iglesia y constituyen el honor de nuestra obra” (pág. 82), los redactores de “Nuestra Palabra y Propósitos”, publicaciones ambas del Partido Comunista (pág. 48), y hasta el mismísimo Casaroli, a quien insensatamente pone de ejemplo (pág. 78), omitiendo que fue el artífice de aquella siniestra y ruinosa felonía denominada Ostpolitik. Para el glorioso Cardenal Mindszenty (cada llaga recibida en las cárceles comunistas lo nimbó de gloria) Casaroli era la imagen negra y enlodada de la “Iglesia de los Sordos”, negociadora ruin de la sangre mártir. Para Bergoglio, Casaroli es un modelo de la “Iglesia Misionera” (pág. 78).

“Helada y laboriosa nadería, fue para este jesuita” la Barca de Pedro, diría Borges de Su Eminencia, perdonando por contraste y post mortem a Gracián. Porque en rigor, tanto sorprende la gélida conducta con la que encomia a los peores lobos, como la nadidad a la que reduce a quienes debería tener por arquetipos, si fuera un verdadero creyente. Los óptimos, para el obispo, están cruzando la raya de la Iglesia y confrontando con Ella.

Al fin, y como anticipábamos, si los buenos de la cinematografía bergogliana son todos rojos, aquellos pasibles de reproches y de acrimonias son ciertos católicos claramente identificables como tradicionalistas, o simplemente católicos, apostólicos y romanos. Por ejemplo, los que esperaban que Benedicto XVI criticara “al gobierno de Rodríguez Zapatero por sus diferencias con la Iglesia en varios temas”, como el “del matrimonio entre homosexuales”, sin darse cuenta de que “primero hay que subrayar lo positivo, lo que nos une” (pág. 80). Qué puede unir a un católico con un gobierno manifiesta y exacerbadamente anticatólico, no se aclara. Pero la intención es evidente: Zapatero tiene cosas “positivas” que nos permitirían “el caminar juntos” (pág. 80). Los desviados son los fundamentalistas que anhelan que el Vicario de Cristo condene a un rufián y a un régimen político en el que Satán se enseñorea a su antojo…

¿Debe extrañarnos? Quien puede lo más puede lo menos. Criptojudío, filomarxista, pro tercermundista, propagador de heterodoxias —de manera formal, externa, pública y notoria—

EL COLABORACIONISTA

Hemos dejado para el final la obsesión central y recurrente de este libro. Posiblemente su causa eficiente y uno de sus principales motores.

Aunque con toda deliberación no se lo menciona, el fiero y terrible replicado en El Jesuita es Horacio Verbitsky. Porque fue y es este sicario mendaz quien más lo hostilizó a Bergoglio inventándole un pasado supuestamente derechista, un presente opositor antikirchnerista y unos antecedentes o comportamientos que lo vincularían con el Proceso. En suma, para Verbitsky, el Cardenal sería culpable del mayor de los males concebibles en todos los tiempos, períodos, latitudes y esferas: no haber hecho nada a favor de los desaparecidos, convirtiéndose así en aliado de la represión militar.

A efectos de replicar esta especie —que para un hombre como Bergoglio es mucho más grave que si lo acusaran de calvinista, de arriano, de sacrílego o de invertido— lo primero que hace es comprar el paquete entero de la historia oficial elaborada por el marxismo dominante. Y demostrar, además, que el paquete comprado le merece plena confianza.

Por eso los elogios a la terrorista paraguaya, la amplísima comprensión y ninguna condena a la Bonafini y su banda comunista, las majaderías hacia el clero tercermundista, la aquiescencia frente a la Teología de la Liberación, las decenas de contemporizaciones con el marxismo, los intencionales aplausos a los “luchadores por los derechos humanos”, y la canonización del clero y del monjerío partícipes activos de la Guerra Revolucionaria. Por eso el guiño constante de aprobación para los nombres de Mugica, Angelelli, Argibay o Zaffaroni, y el llanto y rechinar de dientes para las Fuerzas Armadas y de Seguridad.

En los disturbios del 20 de diciembre de 2001 —causados, sin duda, por el nefasto gobierno de De la Rua—, varios policías cayeron salvajemente agredidos por la turbamulta de piqueteros que invadió la Plaza de Mayo. Uno de ellos fue literalmente linchado, sin que sus compañeros pudieran rescatarlo a tiempo. Bergoglio, que observaba los trágicos sucesos, sólo vio lo que quiso. “Llamó al Ministro del Interior […] para detener la represión […] al ver desde su ventana en la sede del Arzobispado cómo la policía cargaba sobre una mujer” (pág. 18). Es apenas un primer ejemplo, pero el maniqueísmo ideológico queda retratado; y el servilismo al pensamiento único también. La policía represora es siempre malvada. Los manifestantes populares son fatalmente buenos.

“Durante la última dictadura militar —cuyas violaciones a los derechos humanos, como dijimos los obispos, tienen una gravedad mucho mayor ya que se perpetran desde el Estado— hasta se llegó a hacer desaparecer a miles de personas. Si no se reconoce el mal hecho, ¿no es eso un modo extremo, horripilante, de no hacerse cargo?” (pág. 138).

Es apenas un segundo ejemplo, pero bien que representativo. El mito basal de las izquierdas es asumido íntegramente por el discurso oficial del Cardenal. El “Proceso” fue una “dictadura”; el Estado Argentino fue terrorista (pero no así los Estados Cubano, Soviético y Chino que sostenían la guerrilla); los desaparecidos se convierten en incuestionables seres en virtud de la inmoralidad del procedimiento que los hizo desaparecer; y el metro patrón para medir la maldad de un gobierno es la violación a los derechos humanos, concebidos ya sabemos cómo: como se conciben desde la Revolución Francesa hasta la Revolución Bolchevique.

Esta es, pues, la obsesión hegemónica de Su Eminencia. Que se lo tenga por un hombre políticamente correctísimo, depósito y heraldo del pensamiento único, lo que implica, en primer lugar, haber combatido “la Dictadura” y cooperado con sus “víctimas”. Gran parte del capítulo trece esta dedicado a probarlo. “A mí me costó verlo [se refiere al sistema represivo], hasta que me empezaron a traer gente y tuve que esconder al primero” (pág. 141).

Su Eminencia, claro, da por sentado lo que los reporteros y el imbecilizado público en general acepta a priori y sin condicionamientos: que el escondido era un joven idealista, perseguido injustamente por las brutales fuerzas del orden. La posibilidad de que estos escondidos, al igual que los palotinos y las monjas francesas —a cada rato llorados por Bergoglio— fueran activistas guerrilleros, ideólogos o cómplices activos de la Guerra Revolucionaria que asolaba a la Nación, ni se le pasa por la cabeza. Ni siquiera ante la abundancia de constataciones que hoy permiten saberlo.

Nada le importan la verdad ni el juicio ecuánime sobre los hechos pasados. Su conciencia no sufre mella alguna con mirada tan unilateral y tendenciosa. Los militares eran artífices de “la paranoia de caza de brujas” (pág. 149). Sea anatema su obrar, sin matices. Sus perseguidos, en cambio, –como los dos “delegados obreros de militancia comunista” (pág. 148) por los que procuró interceder y rescatar- son presentados amorosamente como “los dos chicos” de una “viuda” que “eran lo único que tenía en su vida” (pág. 148). Inofensivos chicos los guerrilleros. Paranoicos cazadores de brujas los militares. ¿Se necesita algo más para insertarse en la burda dialéctica de la historia oficial?

Huero de toda templanza en los juicios, y asustado cuanto ansioso por demostrar que estuvo en el bando de los derechos humanos, lo que le importa a Bergoglio es cohonestar cuanto antes la versión instalada: la represión castrense fue repudiable, todo el que la padeció merece ser defendido, protegido y homenajeado por la Iglesia. Es más, la Iglesia se justifica y se lava en la medida en que pueda demostrar que, durante aquellos años, estuvo del lado de los perseguidos por las Fuerzas Armadas, y tuvo sus propios “mártires” causados por la soldadesca procesista.

Por eso el empeño de Bergoglio en narrar con detalles cómo “en el Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, en San Miguel, escondí a unos cuantos” (pág. 146), resultando ser hasta “los largos ejercicios espirituales” en el instituto “una pantalla para esconder gente” (pág. 147). Cómo “luego de la muerte de Angelelli” (a cuyo homenaje cuenta haber asistido) “cobijé en el Colegio Máximo a tres seminaristas de su diócesis” (pág. 146). Cómo sacó del país “por Foz de Iguazú, a un joven que era bastante parecido a mí, con mi cédula de identidad, vestido de sacerdote, con el clergyman y, de esa forma, pudo salvar su vida” (pág. 147). Cómo hizo todo lo posible por liberar a “dos delegados obreros de militancia comunista”, por cuya vida le había pedido que mediara Esther Balestrino de Careaga (pág. 148).

Entusiasmado por dar noticias de sus proezas a favor del partisanismo marxista, Bergoglio ni siquiera repara en que está confesando públicamente la comisión de delitos. Hasta que llega al punto central de su riña con el incalificable Verbitsky, y entonces jura y rejura, en largas parrafadas, (págs. 148-151) que estuvo siempre del lado de Yorio y Jalics, dos de los tantos jesuitas que fungieron de apoyo —intelectual y físico— a los planes de la Guerra Revolucionaria.

Son páginas sin desperdicio para medir el fondo del pecado y del temor servil al que ha llegado este desventurado pastor. Su afán de mostrarse colaboracionista del Marxismo alcanza aquí a su punto culminante. Porque esta es la tragedia veraz que no podrán seguir ocultando los artesanos del lavado de cerebro colectivo.

Durante aquellos años, la patria argentina fue blanco de una guerra, declarada, conducida y financiada por el Internacionalismo Marxista, como parte del programa total de la Guerra Revolucionaria. En esa contienda, Bergoglio estuvo del lado de los enemigos de Dios y de la Patria.

Con cálculo preciso, y para que la delimitación de posiciones ideológicas ya no admita vacilaciones, se le cede la palabra a Alicia Oliveira. Por si algún lector desprevenido no registrara a esta vieja militante izquierdista, los escribas nos la presentan de este modo: “Firmante de cientos de habeas corpus por detenciones ilegales y desapariciones durante la última dictadura, se desempeñó como letrada e integró la primera comisión directiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), una de las más emblemáticas ONGs dedicada a luchar contra las violaciones a los derechos humanos […] Con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia [se desempeñó] como Representante Especial para los Derechos Humanos de la Cancillería” (pág. 152).

Y Oliveira habla. Declara su “larga amistad” con el Cardenal “que la terminaría convirtiendo en una testigo calificada de buena parte de la actuación de Bergoglio durante la dictadura militar” (pág. 152). Cuenta que, dada su ostensible inserción en los planes de la guerra revolucionaria —que ella llama eufemísticamente “compromiso con los derechos humanos” (pág. 153)— el Cardenal “temía por mi vida” y le ofreció el Colegio Máximo como aguantadero. Cuenta cómo confió sus cuitas a Carmen Argibay —entonces Secretaria del Juzgado de Oliveira— y cómo “tras la caída del gobierno de Isabel Perón” sus “reuniones con Bergoglio se hicieron más frecuentes” (pág. 153). También sus coincidencias ideológicas sobre “los militares de aquella época” (pág. 154), y la necesidad de salvarles la vida a quienes ellos perseguían (ídem).

“Yo iba con frecuencia, los domingos, a la Casa de Ejercicios de San Ignacio, y tengo presente que muchas de las comidas que se servían allí, eran para despedir a gente que el padre Jorge sacaba del país […] Bergoglio también llegó a ocultar una biblioteca familiar con autores marxistas” (pág. 154).

Emocionada con los altos y muchos servicios que su amigo, el Padre Jorge, prestaba a la causa, Oliveira recuerda que no sólo puso el Colegio Máximo al servicio del ocultamiento de los zurdos, sino la misma Universidad del Salvador, pues “muchos nos fuimos a resguardar allí” (pág. 155). Ella, en efecto, dictaba Derecho Penal con Eugenio Zaffaroni, y “en sus clases hablaba con libertad”, analogando la “ley de ordalía” —que “los alumnos me decían que eso era horroroso”— “con lo que estaba pasando en el país” (pág. 155).

Una anécdota más le sirve a Oliveira para su apología de Bergoglio. Como el sodomita Zaffaroni estaba empeñado en traer al país a Charles Moyer, ex Secretario de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al solo objeto de que fogoneara la eterna acusación contra las Fuerzas Armadas argentinas, y encontraba obstáculos para lograrlo, “le preguntó a ella qué podían hacer para que igual viniera, pero con un motivo falso. Oliveira recuerda: «¿Qué hice? Recurrí, claro, a Don Jorge, que me dijo que no me preocupara. Al poco tiempo cayó con una carta en la que la Universidad invitaba a Moyer a dar una charla sobre el procedimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos […] A su regreso, Moyer le envió a Bergoglio una carta de agradecimiento»” (pág. 156).

El afecto la desborda al evocar todos estos gestos tan significativos para la causa de los marxistas, y Oliveira culmina diciendo: “La verdad es que si lo hubieran elegido Papa, habría experimentado una sensación de abandono, ya que para mí es casi como un hermano y, además, los argentinos lo necesitamos” (pág. 157).

Los “argentinos”, varones y mujeres tan bien definidos, como Argibay y Zaffaroni, sin ninguna duda. Otrosí la cáfila de comunistas —laicos o clérigos— a quienes cobijó con complicidad activa. Los argentinos de verdad y los católicos en serio, difícilmente sientan necesidad de un lobo disfrazado de cordero.

El Cardenal aún no ha terminado de proferir su credo para el regocijo del mundo y de su príncipe. “Creo en el hombre”, declara (pág. 160). E interrogado sobre Kirchner, y específicamente sobre la fama que se le ha hecho de ser un opositor a su gestión, se ocupa con diligencia de redondear su pulcra corrección política. “Considerarme a mí un opositor me parece una manifestación de desinformación […] En 2006 le mandé [a Kirchner] una carta para invitarlo a la ceremonia de recordación de los cinco sacerdotes y seminaristas palotinos asesinados durante la dictadura, al cumplirse treinta años de la masacre perpetrada en la Iglesia de San Patricio […] Más aún, como no era una misa lo que iba a realizarse, cuando llegó a la iglesia, le pedí que presidiera la ceremonia, porque siempre lo traté, durante su mandato, como lo que era: el presidente de la Nación” (págs. 114-115).

Está claro. Si hubiera sido por Su Eminencia, la profanación hubiera sido doble. Rendirle homenaje a quienes coadyuvaron a los planes de la guerrilla, y hacer presidir dicho homenaje, en una parroquia, a quien a todas luces repugna de la Fe Católica y la persigue sin hesitar. Vamos entendiendo algunas de sus palabras esparcidas en el libro: “Muchos curas no merecemos que la gente crea en nosotros” (pág. 101). “Algunos podrán aseverar: «¡qué cura comunista éste»!” (pág. 106).


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Bergoglio negó a la Virgen de Fátima, contradijo y ridiculizó a Jacinta Marto.

APOSTATA BERGOGLIO EN FATIMA

Bergoglio, el mismo que siendo sacerdote nunca antes había ido en peregrinación a Fátima, se identificó a sí  mismo  como peregrino, profeta y mensajero, pero no de la Virgen que se apareció en Fátima,  sino su propia versión y dijo que esa no era la  Virgen María  del Evangelio.

De manera sarcástica dijo Bergoglio:

Peregrinos con María ¿Qué María? ¿Una maestra de vida espiritual, la primera que siguió a Cristo por el «camino estrecho» de la cruz dándonos ejemplo, o más bien una Señora «inalcanzable» y por tanto inimitable? ¿La «Bienaventurada porque ha creído» siempre y en todo momento en la palabra divina (cf. Lc 1,45), o más bien una «santita», a la que se acude para conseguir gracias baratas? ¿La Virgen María del Evangelio, venerada por la Iglesia orante, o más bien una María retratada por sensibilidades subjetivas, como deteniendo el brazo justiciero de Dios listo para castigar: una María mejor que Cristo, considerado como juez implacable; más misericordiosa que el Cordero que se ha inmolado por nosotros?

apostata blasfemo bergoglio fatima

Jacinta Marto

Bergoglio contradijo a Jacinta Marto, quien dictó a la Madre Godinho, a quien llamaba «madrina», las revelaciones que recibió directamente de  la Santísima Virgen  antes de morir .

Sobre las guerras

Nuestro Señor dijo que en el mundo habrá muchas guerras y discordias.

Las guerras no son sino castigos por los pecados del mundo.

Nuestra Señora ya no puede retener el brazo castigador de su Hijo sobre el mundo.

Es preciso hacer penitencia. Si la gente se enmienda, Nuestro Señor todavía salvará al mundo; mas si no se enmienda, vendrá el Castigo.

 Bergoglio se burló del mensaje  de la Virgen de Fátima, cuestionándolo,  cuando sabemos que tiene bases bíblicas, por ejemplo cuando Moisés  le detuvo la mano a Dios a favor del pueblo judío que había caído en idolatría. Bergoglio negó los fundamentos de la mariología.

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  • Jesús y María ofrecieron un mismo sacrificio

Al morir Jesús, María unió su voluntad con la de su Hijo de tal manera que ambos ofrecieron un mismo sacrificio, y por eso dice el mismo santo abad que así es como el Hijo y la madre realizando la Redención humana obtuvieron la salvación de los hombres. La Madre de Dios puede ser llamada “salvadora del mundo”, pues con el sufrimiento soportado compadeciendo a su Hijo —y que ofreció voluntariamente a la divina justicia— mereció que se comunicaran a los hombres los méritos del Redentor. (San Alfonso María de Ligorio. Las glorias de María, II, 1, 6, 6)

Papa Pío X

  • Unión de sufrimientos y propósitos entre Cristo y María

Por la unión de sufrimientos y propósitos entre Cristo y María, mereció convertirse de la manera más digna en la reparadora del mundo perdido y en consecuencia dispensadora de todos los favores que Jesús nos adquirió con su muerte y con su sangre… Sin embargo, porque ella supera en santidad y unión con Cristo a toda criatura humana y angelical por haber sido escogida por Cristo para asociarla en la obra de la salvación humana, mereció por nosotros de congruo, como dicen, aquello que Cristo nos mereció de condigno, siendo ella la principal dispensadora de las gracias que se distribuyen. (Pío X. Encíclica Ad diem illum laetissimum, 2 de febrero de 1904)

Papa León XIII

  • Más poderosa que los hombres y los ángeles en virtud de su papel en la salvación de la humanidad

En efecto, la Virgen, exenta de la mancha original, escogida para ser la Madre de Dios y asociada por lo mismo a la obra de la salvación del género humano, goza cerca de su Hijo de un favor y poder tan grande, como nunca han podido ni podrán obtenerlo ni los hombres ni los Ángeles. (León XIII. Encyclica Supremi apostolatus, n. 2, 1 de septiembre de 1883)

San Juan Crisóstomo

  • Los mismos símbolos de la derrota ahora son causa de nuestro triunfo

Una virgen, un árbol y la muerte eran los símbolos de nuestra derrota… Ved pues ahora, cómo los mismos son causa de nuestro triunfoEn vez de Eva, María; en vez del árbol de la ciencia del bien y del mal, el árbol de la Cruz; en vez de la muerte de Adán, la muerte del Señor. (San Juan Crisóstomo. Homilía 22 sobre la Santa Pascua, 22: PG. 52,768)

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Pío IX

  • Así como Cristo, la Santísima Virgen triunfa de la serpiente

Por lo cual, al glosar las palabras con las que Dios, vaticinando en los principios del mundo los remedios de su piedad dispuestos para la reparación de los mortales, aplastó la osadía de la engañosa serpiente levantó maravillosamente la esperanza de nuestro linaje, diciendo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya”; enseñaron que, con este divino oráculo, fue de antemano designado clara y patentemente el misericordioso Redentor del humano linaje, es decir, el unigénito Hijo de Dios Cristo Jesús, y designada la Santísima Madre, la Virgen María, y al mismo tiempo brillantemente puestas de relieve las mismísimas enemistades de entrambos contra el diablo. Por lo cual, así como Cristo, mediador de Dios y de los hombres, asumida la naturaleza humana, borrando la escritura del decreto que nos era contrario, lo clavó triunfante en la cruz, así la Santísima Virgen, unida a Él con apretadísimo e indisoluble vínculo hostigando con Él y por Él eternamente a la venenosa serpiente, y de la misma triunfando en toda la línea, trituró su cabeza con el pie inmaculado. (Pío IX. Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)

Bergoglio el Falso Profeta.

bergoglio falso profeta

El Arzobispo Fulton Sheen dijo:

“El Falso Profeta tendrá una religión sin cruz . Una religión sin un mundo por venir. Una religión para destruir las religiones. Habrá una iglesia falsa. La Iglesia de Cristo [ la Iglesia Católica ] será una. Y el Falso Profeta va a crear otra. La falsa iglesia será mundana, ecuménica y mundial. Va a ser una federación de iglesias. Y las religiones formarán algún tipo de asociación global. Un parlamento mundial de iglesias. Vaciadas de todo contenido divino y será el cuerpo místico del Anticristo. El cuerpo místico en la tierra hoy tendrá su Judas Iscariote , y él será el falso profeta. Satanás lo reclutará de entre nuestros obispos.”

falso profeta bergoglioBergoglio además de contradecir  la Palabra de Dios y de revelarse abiertamente en  contra de las enseñanzas morales y magisteriales de la Iglesia católica, reinterpretó el mensaje profético de Fátima, presentándose como un mensajero y profeta.

Roberto de Mattei:

(Bergoglio) nunca había estado en Fátima, ni siquiera siendo sacerdote, pasó por alto todos estos temas. El 12 de mayo, en la Capilla de las Apariciones, presentándose como «obispo vestido de blanco», (Bergoglio) declaró: «Vengo como profeta y mensajero para lavar los pies a todos, en torno a la misma mesa que nos une». Tampoco hubo invitación a imitar el ejemplo de Francisco y Jacinta. «Recorreremos, así, todas las rutas, seremos peregrinos de todos los caminos, derribaremos todos los muros y superaremos todas las fronteras, yendo a todas las periferias, para revelar allí la justicia y la paz de Dios». En su homilía del 13 de mayo en la explanada del santuario, Francisco recordó a todos sus hermanos «en el bautismo y en la humanidad, en particular los enfermos y los discapacitados, los encarcelados y los desocupados, los pobres y los abandonados»

Bergoglio remplazó  la Mesa Eucarística de Jesucristo por la mesa ecuménica-politeísta del marxismo cultural.

El Arzobispo Fulton Sheen explicó que el Falso Profeta  vendría disfrazado como un gran humanitario

«Nuestro Señor nos dice que va a ser tan parecido a sí mismo que engañaría aun a los escogidos – y ciertamente ninguna imagen del diablo visto en libros jamás podría engañar aun a los escogidos . ¿Entonces cómo va a entrar en esta nueva era para ganar adeptos a su religión?
La creencia de Rusia pre – comunista es que él vendrá disfrazado como un Gran Humanitario; él hablará de paz , de prosperidad y de abundancia no como medios para llevarnos a Dios, sino como fines en sí mismos.

El Arzobispo Fulton Sheen también resaltó que el Falso Profeta predicaría una  la fraternidad masónica, que niega la Paternidad de Dios, puesto que los musulmanes, judíos que rechazan al Jesucristo niegan la Paternidad de Dios y la consideran como una blasfemia, los pecadores empedernidos como los sodomitas y adúlteros se convierten en hijos del diablo:

«En medio de todo su amor aparente para la humanidad y su verborrea de la libertad y la igualdad, tendrá un gran secreto que él le dirá a nadie : él no va a creer en Dios. Debido a que su religión será la hermandad sin la paternidad de Dios, va a engañar aun a los escogidos . Él creará un anti- iglesia que será el mono de la Iglesia, porque él, el diablo, es el mono de Dios. Contará con todas las notas y características de la Iglesia , pero a la inversa y vaciado de su contenido divino. Será un cuerpo místico del Anticristo que en todas las cosas externas parecerse al cuerpo místico de Cristo. . . .

falso profeta

También el Arzobispo Fulton Sheen explicó que el Falso Profeta es un falso papa comunista:
. . . Pero el siglo XX se unirá a la anti iglesia porque afirma ser infalible cuando su cabeza visible habla ex cathedra de Moscú sobre el tema de la economía y la política, y como pastor principal del comunismo mundial.

Mensaje profético de la Virgen en la Salette: “Muchos abandonarán la Fe, y el número de Sacerdotes y religiosos que se separarán de la verdadera religión será grande. Entre estas personas se encontrarán incluso Obispos.”

El Padre E. Sylvester Berry, eminente, erudito en las escrituras del Siglo XX señaló que es el papado,  el objetivo principal de los que tratan de establecer el reino del Anticristo. La Herejía, el cisma y la introducción de la adoración falsa sobre los altares de las iglesias católica son, por lo tanto, el resultado directo de la eliminación del verdadero Papa de la Sede de Roma, y la ocupación posterior de la Cátedra de Pedro por las fuerzas del Anticristo:

«Satanás levantará el Anticristo y su profeta para llevar a los fieles en el error y destruir a los que se mantienen firmes

«Las profecías del Apocalipsis muestran que Satanás imitará la Iglesia de Cristo (Iglesia Católica) para engañar a la humanidad, que creará una iglesia de Satanás en oposición a la Iglesia de Cristo, el Anticristo asumirá el papel de Mesías;. Su (falso) profeta actuar por parte del Papa, y habrá imitaciones de los Sacramentos de la Iglesia también habrá prodigios en imitación a los milagros realizados en la Iglesia » (Publicado en 1927 en su libro, la Iglesia de Cristo yacente: Una apologética y Tratado dogmático)

◄ Mateo 7:15 ► Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, y dentro son lobos rapaces.

 

 Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 19 Citado por Santo Tomás  de Aquino en Catena Aurea:

No dice «Guardaos» como si el diablo pudiese introducir herejías (en la Iglesia) contra la voluntad de Dios, sino con la permisión de Dios, pues dado que no quiere tener siervos suyos sin discernimiento, permite la tentación. Y porque no quiere que sucumban por ignorancia, les advierte el peligro. Para que algún maestro hereje no diga que a ellos no los llamó profetas falsos, sino a los maestros de los gentiles y de los judíos, por eso añade: «Que vienen a vosotros con vestidos de ovejas». Las ovejas son los cristianos, mas el vestido de oveja es una especie de cristianismo y de religión fingida. Ninguna cosa hace tanto daño al bien como la ficción, porque lo malo que se oculta con apariencia de bueno. Mientras no se conoce, no se previene. Y para que aun no diga el hereje que habla de los verdaderos maestros, que también son pecadores, añade: «Y dentro son lobos rapaces». Los maestros católicos se llaman también siervos de la carne, porque son vencidos por ella, pero no lobos rapaces, porque no tienen el propósito de perder a los cristianos. Habla, pues, Jesucristo de los maestros herejes, que con intención toman el aspecto de cristianos para destrozarlos con la perversa mordedura de la seducción, y de quienes dice el Apóstol: «Sé que después de mi muerte, entrarán entre vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño» ( Hch 20,29).

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San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 23,6

Por lo que parece, muchas veces no sólo son llamados falsos profetas los herejes, sino también aquéllos cuya vida es corrupta, pero que la ocultan con el antifaz de la virtud, por lo cual dijo: «Los conoceréis por sus frutos». Entre los herejes puede muchas veces hallarse la vida, pero de ningún modo entre los que he dicho.

perverso bergoglio

 Y se levantarán muchos falsos profetas, y engañarán a muchos. Mateo 24:11

San Agustín, de sermone Domini, 2,24:
Importa mucho averiguar la clase de frutos de que se trata aquí. Muchos se dejan engañar a la vista de los frutos que producen aquellos que llevan piel de oveja, y así resultan la presa de los lobos. Los frutos que los engañan son los ayunos, las limosnas y las oraciones que no tienen otro objeto que los hombres y agradar a aquellos a quienes estas obras parecen difíciles. Pues bien, éstos no son los frutos que pueden servirnos para reconocerlos, como se nos manda, porque todas estas cosas si se hacen con recta intención, en la verdad, son el vestido propio de las ovejas. Mas cuando se hacen con mal fin, y con el objeto de engañar, no aprovechan más que para encubrir a los lobos. Pero no deben las ovejas aborrecer su vestido porque con él se cubran muchas veces los lobos. Cuáles son los frutos con los que podremos conocer el árbol malo, no lo dice el Apóstol en su carta a los fieles de Galacia: «Manifiestas son las obras de la carne: ellas son la fornicación, la impureza» ( Gál 5,19), etc. Y cuáles son los frutos con los que podremos conocer el árbol bueno, lo expresa también el Apóstol diciendo en la misma carta: «Los frutos espirituales son la caridad, el gozo, la paz» ( Gál 5,22), etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 19:
El fruto por donde se conoce al hombre es la confesión de su fe. El que, según Dios, emita la voz de la humildad y de la verdadera confesión, éste es una oveja. Pero el que, por el contrario, se deshace en blasfemias contra Dios, es un lobo.
San Jerónimo:
Así pues, lo que se dice aquí de los falsos profetas (que ofrecen una cosa en su trato y en sus palabras, y demuestran otra en sus obras), debe entenderse especialmente de los herejes, que parecen cubrirse con la continencia y el ayuno como con un vestido de piedad, pero que interiormente tienen sus almas envenenadas, y engañan los corazones de sus hermanos sencillos.

La abadesa alemana,  Hildegarda de Bingen O.S.B advirtió:

“El Anticristo emboscará sus doctrinas en el deseo sexual; afirmará que la impureza y delitos parecidos no son pecados…  el desgraciado Hijo de la Perdición engañará a los hombres, enseñándoles a vivir según el gusto ardiente de la carne y a consentir en todo deseo carnal.”

“Cuando esté cercano el tiempo del Hijo de la Perdición, la fuerza de la fe declinará y se doblegará de debilidad; y entonces tendrá gran recompensa el que haya mantenido la excelencia de la Iglesia y la recta fe en Dios, porque entrará por sus méritos en el reino de los cielos». «La excelencia de la Iglesia será dispersada y la verdadera fe pisada [ ; ] desde su primera aparición, el Hombre del Pecado estará totalmente lleno de pecados, será reconocido como el Hijo de la Perdición más cruel, ya que será inmoral en todo y les enseñará a los hombres cosas contrarias a Dios [ ; ] será hostil a todos los que adoran Dios y se pondrá por encima de todas las criaturas, denominándose Dios y ordenando ser adorado como Dios”.

 


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